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Crónicas diplomáticas

Crónicas diplomáticas 

Público recomendado: Todos

Bertrand Tavernier es un magnífico director de cine. Su nombre debería bastar para recomendar cualquier película suya y darle una calificación de dos estrellas como poco. El francés lleva acumulando premios y reconocimientos desde el comienzo de su carrera y –a sus casi 74 años- su cine goza de una excelente salud. Hace apenas cuatro años ganó la Palma de Oro en Cannes por “La princesa de Montpensier”. Tavernier es, pues, apuesta segura.

 

http://www.youtube.com/watch?v=iLDh51GA-fY

 

Ahora bien, su última película “Crónicas Diplomáticas” (Quay D´Orsay) reviste ciertas peculiaridades. Es un largometraje delicioso de 113 minutos que exhibe el mejor humor de la comedia francesa de costumbres por mucho que, en este caso, se revista del aura de la diplomacia. El espectador sigue al Ministro de Asuntos Exteriores Alexandre Taillard de Worms (Thierry Lhermite) a lo largo de distintas escenas introducidas por citas de Heráclito y ambientadas en el Ministerio, las Naciones Unidas, Berlín y la Asamblea Nacional. Vemos al Ministro con los ojos del joven asesor Arthuir Vlaminck (Rephaël Personnaz), responsable del “lenguaje” y arrojado como un paracaidista en una selva de Directores Generales, Consejeros, secretarias, Embajadores y otros especímenes de la fauna diplomática.

Tal vez aquí resida la primera objeción que uno puede hacerle a la comedia: salvo que realmente le guste o le interese el ambiente de las relaciones diplomáticas, los ministerios y la política, es posible que se le escapen algunos de los puntos de humor más divertidos del guión. La ironía traspasa las reuniones improductivas, las jornadas extenuantes a fuerza de no hacer nada, los tópicos recurrentes y la charlatanería como aliento esencial de la retórica política. El Jefe de Gabinete del Ministro, el viejo Maupas (Nielsa Arestrup) recuerda a los políticos y altos cargos que ya lo han visto todo y no se asustan de nada. Esos que se abstienen de decidir y cuya parálisis se camufla como prudencia. Tavernier levanta, pues, un acta de acusación sonriente pero durísima contra la burocracia y la superficialidad de la política exterior de Francia. En realidad, su mirada es extensible a otros países aunque está impregnada de la idea de la grandeza –la “grandeur”- que, de vez en cuando, exhibe la admirable República Francesa.

La dirección de actores es magistral. La música es estupenda. El guion es exquisito. Sin embargo, la película se hace un poco larga. Tal vez se deba a que la sucesión de escenas, gags, sketches y bromas termina cansando frente a la posibilidad de una trama única que vertebre la película. Sin duda, uno puede ver que los avatares y desventuras del joven Vlaminck sirven de hilo conductor pero parece insuficiente. En realidad, es insuficiente como el mundo frívolo y superficial que Tavernier retrata.

Vayan a ver la película si quieren impresionar a sus amistades con sus conocimientos de cómo funciona el mundo de la diplomacia y las relaciones internacionales. Lleven a alguien a quien amen y deseen deslumbrar con su fina apreciación de la cinematografía francesa. No se la pierdan si desean probar un bombón del cine que empalaga pero no desagrada. Eso sí, no vayan con niños porque se aburrirán ni esperen aventuras trepidantes. Tal vez el mundo de la diplomacia y la política es más gris de lo que parece.

Ricardo Ruiz de la Serna

 

Ficha técnica:

Quay D´Orsay

(Francia, 2013)

Dirección: Bertrand Tavernier

Interpretación: Thierry Lhermite, Raphaël Personnaz, Niels Arestrup

Duración: 113 min.

Género: Comedia

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