Crítica
Público recomendado: + 7
Ambientada en algún lugar de Texas en 1979, la historia de Cry Macho comienza porque el rico ranchero tejano Howard (Dwight Yoakam) pide un favor a su recién despedido trabajador Mike Milo (Clint Eastwood): Ir a Ciudad de México a por su hijo Rafo (Eduardo Minnett), de 13 años. La madre del niño y jefa de la mafia Leta (Fernanda Urrejola) lo tiene retenido. Después de que Mike encuentre al chico en las peleas de gallos y aunque la madre manda perseguirlos, los dos, junto al gallo Macho, se dirigen de vuelta a Texas. Pero no será un camino fácil y se encontrarán con todo tipo de problemas.
Se trata esencialmente de una road movie de una persona de 91 años y otra de 13 años, con algunos momentos cómicos que provienen de esa división generacional y del hecho de que un gringo transite por tierras mexicanas.
Basada en el libro de N. Richard Nash, el guion es del fallecido Nash, así como de Nick Schenk, que también escribió Gran Torino -la que debe quedar como la actuación definitiva de Eastwood- y Mula. Se trata de una nueva propuesta en la que cierra su faceta de hombre duro y desarraigado del universo del western y de Harry el Sucio que comprende que en la vida lo importante no es ser un macho (“está sobrevalorado”) y que lo que realmente desea es terminarla con una nueva familia y un hogar.
En este sentido, no supone ninguna novedad ni tampoco una de las cintas más destacables de su filmografía. No obstante, aunque quizás no tan eficazmente como se hacía en la citada Gran Torino o en otras como Million Dollar Baby o incluso en Sin perdón, la propuesta hace un esfuerzo por reflexionar en el concepto tradicional de la masculinidad. Mike trata de enseñar a Rafo que ser un hombre es algo más que ser un tipo duro y la parte emocional y más profunda se reconoce como esencial del ser humano.
Si bien Eastwood sigue convenciendo interpretativamente, los actores que le dan la réplica no están al mismo nivel, empezando por el mismo Rafo, que pronuncia los diálogos de manera demasiado forzada y torpe. A ello se le añaden ciertos aspectos inverosímiles que tienen que ver con el propio Clint y su edad: el hecho mismo de la ocurrencia de enviar a un nonagenario a rescatar a un chico de unos mafiosos; que este abuelo sea capaz de domar a un caballo o que las féminas varias décadas más joven que él sigan derritiéndose ante sus “encantos”… Irremediablemnte, Eastwood se mueve por sus escenas de Cry Macho al ritmo de un anciano, con cortes y uso de dobles más que evidentes y es inevitable no sufrir por su bienestar en las escenas de acción o de enfrentamiento.
En cualquier caso, Clint Eastwood se encuentra en un punto de su carrera en el que protagoniza, dirige, produce y compone música para su propio deleite y, si bien la película no es Sin Perdón, Million Dollar Baby o Gran Torino, el hecho de que siga aventurándose a ello es algo inusual y loable. Cry Macho es una cinta ajustada, con aspectos que limar, pero que se pueden perdonar a Eastwood porque su sentido del ritmo y de la narración permanecen intactos. Sigue siendo una leyenda del cine clásico viviente por la que dar gracias.