Crítica
Público recomendado: +18
Dangerous Lies, dirigida por Michael Scott, director de amplio recorrido en el telefilme, narra la historia de un joven matrimonio de Chicago que se ve tan bendecido como maldito cuando reciben una inesperada herencia. Entre el drama y el thriller, la historia está protagonizada por Camila Mendes (Riverdale), que interpreta a Katie, una joven cuidadora a cargo de Leonard (Elliot Gould), un anciano con el que comparte amistad. Cuando este muere en repentinas circunstancias, toda la vida de Katie da un vuelco: heredan la mansión y la herencia de Leonard, que no tenía ninguna familia.
El primer problema surge con la propia herencia: no solo heredan la casa y el dinero, sino también los fantasmas de la misma y los coyotes que la acechan. El siguiente problema surge con las sospechas legales: ¿por qué un señor mayor tendría que dejar su casa a una persona con la que solo lleva conviviendo cuatro meses? El último y más grande problema sale de la pantalla y es el complejo e incoherente laberinto por el que está articulado la película, que termina convirtiéndose en un relato carente de lógica, emoción o profundidad.
La trama parte de un joven matrimonio con problemas económicos y pocos recursos lógicos que, para salir de ellos se enfrenta primero a una herencia repentina y a indecorosas decisiones nada comprensibles (a nivel narrativo) para pasar después a una investigación policial sostenida por lo volátil que les tiene en el punto de mira, pasando durante todo el tiempo por conflictos morales sin fundamento mayor que hacer que la trama siga y existan más escenas.
Dangerous Lies, aun desprendiendo un aroma de digna factura y contar con estética ostentosa (que no necesariamente reveladora), parece basarse en varias premisas de producción sin peso, tales como un reparto de nicho y algunas cuestiones de género fílmico, pero carece de coherencia narrativa durante la mayoría de tiempo de metraje. Ninguno de los posibles temas abarcados (quizá la avaricia, quizá la incompetencia del sistema jurídico-legal, quizá los prejuicios y la desconfianza) llega a consolidar un tema per se. La película ofrece segmentos, que no fragmentos ni secuencias, de refritos de género y desinflada tensión dramática, además de una historia que no está edificada con sentido.