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De Caperucita a loba

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

El pasado 5 de abril las salas de cine españolas acogieron el estreno de la tibia comedia patria De caperucita a loba, dirigida por la reconocida directora granadina de 61 años, Chus Gutiérrez (Sublet, 1991; El calentito, 2005), y escrita y protagonizada por Marta González de Vega. De su distribución el cines se encarga A Contracorriente Films.

El filme narra las vicisitudes de Marta, una mujer hastiada de los fracasos amorosos hasta que opta por reírse de las nuevas situaciones sentimentales que le van surgiendo en el camino y en las que el varón, generalmente, sale mal parado. Ella, que se dedica a escribir guiones, va estructurando sus nuevas vivencias a partir de los disparatados acontecimientos con los que se encuentra y que después refleja en ese guion. Y es que a sus 40 años aún vive con dos compañeras de piso en Madrid y las incompatibilidades que tiene con los hombres que le gustan le pesan demasiado.

La película, trufada por un elenco de grandes intérpretes que hacen muy bien su trabajo, como alternativa al desamor que puede derivar en escepticismo, desesperanza, miedo inseguridad u otras preocupaciones en tal situación sí funciona. La idea que la cinta despliega sobre saber reírse de todo en sí mismo es inteligente.

Ello no quiere decir que De caperucita a loba se limite a exhibir un solo punto de vista que en su hermetismo no admite discusión. En este sentido, la historia resulta algo maniquea y dirigida, en la que abiertamente se muestra el empoderamiento desmedido de nuestra protagonista. Y todo ello es consecuencia -paradojas entre la actividad de nuestra protagonista y su trabajo en el diseño del guion de la película- de una propuesta argumental pobre y desvergonzada. Con ello no queremos decir que la cinta, seguramente la más acabada en términos de comedia de Chus Gutiérrez, no sea capaz de mostrar y conseguir buenas situaciones cómicas sin caer en el estereotipo o de demostrar que la realizadora conoce bien el oficio y sabe dirigir a sus actores.

Por no hablar de los juegos de palabras que se inventa Marta, su implicación con el respetable a cuentas de una cuarta pared cada vez más rota y otros hallazgos que dan buena muestra del resultante producto final, como son su ritmo ágil.

Nos hallamos, pues, ante una película con cierto ingenio visual, tal vez con recreaciones surrealistas que no encajan demasiado con la narración de la propia historia, pero que a fin de cuentas, y a pesar de su ligereza, el espectador puede disfrutar de un entretenimiento pasajero.

José Luis Panero

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