Crítica:
Público recomendado: Adultos
En medio de la oleada actual de adaptaciones de personajes de cómic, le toca el turno a Deadpool, una propiedad Marvel de segunda fila, que sin embargo está cosechando un inesperado éxito en todo el mundo.
Antes que nada, y a la vista de los padres que salen horrorizados de las salas con sus hijos, hay que avisar que Deadpool no es una película de súper héroes al uso, y desde luego no es una película adecuada para niños, ya que contiene violencia y sexo explícitos, así como diálogos de contenido adulto.
De hecho, el personaje de Deadpool, a pesar de moverse en la rama mutante de los comics Marvel junto a los X-Men, no es ni mucho menos un súper héroe. Es un mercenario a sueldo, un asesino bocazas que disfruta matando. Sus comics se caracterizan por tres rasgos fundamentales: violencia extrema (aunque algo matizada por una pátina de parodia), toneladas de humor verbal con numerosas referencias sexuales, y la constante ruptura de la “cuarta pared”, es decir, el personaje habla con los lectores y es consciente de ser un personaje de ficción. Todos estos ingredientes se reflejan fielmente en la película que nos ocupa, y con los dos primeros es de entender que haya recibido una calificación para mayores de edad. En cuanto a la parte metalingüística, se ha adaptado al medio cinematográfico, con Deadpool dirigiéndose al público, tocando la cámara, y hablando del propio actor que lo interpreta, Ryan Reynolds, o de la saga de películas de los X-Men (ya que dos de ellos aparecen como invitados en la película).
Estos originales condicionantes convierten la sala de proyección de Deadpool en una especie de fiesta gamberra, con el público entregado a este anti-héroe guasón. Es innegable que la película ha encontrado una conexión muy visceral con su audiencia, y que para quien tolere bien esos elementos, será un divertimento asegurado.
Por debajo de ese envoltorio, ¿hay algo? Sorprendentemente sí, una historia que usa el pretexto fantástico para hacer una metáfora sobre el dolor: la mutación de células que convierte a Deadpool en lo que es se produce a partir de la experiencia del dolor. De hecho, podríamos decir que la historia de amor que refleja la película une a dos personajes transformados por el dolor. La pena es que esa idea tampoco está desarrollada hasta sus últimas consecuencias, porque el foco principal son los chistes y la acción, que hay que decir que no están nada mal siempre que se tolere un cierto nivel de violencia y provocación. Eso sí, nuevamente: no olviden dejar a sus hijos en casa.