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Decision to Leave

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

El pasado 20 de enero, las salas de cine españolas acogieron el estreno de Decision to leave, inclasificable -en su género e intenciones- pero necesaria historia fílmica dirigida por el cineasta surcoreano de 60 años, Park Chan-Wook (Oldboy, 2003), que con esta película se alzó con el premio a la mejor dirección en la última edición del festival de cine de Cannes. De su distribución en cines se ha encargado Avalon.

En líneas generales podríamos decir que lo que más pesa a Decision  to leave es su tono de thriller. Y en este sentido, la cinta narraría las andanzas de un detective eficaz y meticuloso, que investiga un posible asesinato en una remota localidad en medio de las montañas. De esta manera, allí empezaría a desarrollar una relación amorosa obsesiva con la viuda de la víctima, a quien considera la principal sospechosa.

A pesar de la complejidad narrativa -de gran imaginación- de Park Chan-Wook, que pasa por diferentes estadios -de tramas y personajes- y géneros: cine negro, intriga, romance, comedia, drama criminal, universo de los sueños, etc., ha de reconocerse lo cómodo que uno se siente en cada uno de estos momentos, unos más intensos que otros, precisamente porque su esencia y significado están íntimamente ligados a Alfred Hitchcock y, afinando un poco más, con Vértigo (1958), tanto en su tratamiento formal como de fondo. Y la fuente hitchcockiana a nadie disgusta.

En este sentido, el galardonado cineasta hace que el espectador entre y salga de las historias con facilidad, sin que eso le despiste, y a su vez profundice en la antropología del ser humano en su vertiente amorosa: Park Chan-Wook ya había hecho todo lo posible para que, poco a poco, vayamos saliendo de las tramas con pausa. Por ello es muy necesario que el respetable no abandone la sala inmediatamente. En ella se ha producido algo realmente impactante y hay que digerirlo sin prisas.

La clave de Decision to leave no está en si ha quedado resuelto el conflicto que se planteaba en su descripción argumental, sino en el proceso que nos ha llevado hasta allí, en reconocer que lo más importante es la perspectiva de los sentimientos, no la resolución de los porqués. Naturalmente, ello no quiere decir que nos hallemos ante un puzle de ideas traídas de aquí y allá y colocadas sin ton ni son, como a simple vista puede parecer. Lo que ocurre es que, acostumbrados al racionalismo en las conclusiones de las historias, no dejamos espacio para la inteligencia, que también nos puede facilitar un punto de vista nuevo. Es ese que nos llevaría a comprender del todo la película.

Desde esta nueva óptica, la dimensión estética y visual resulta apabullante, donde sale a relucir el talento visual que posee el director, y también la gran fuerza de todos sus personajes que, por cierto, realizan un trabajo muy considerable. En cierta medida, incluso podemos hallar analogías con la muy valiosa Origen (Christopher Nolan, 2010), tanto en su fuerza estética como en su fondo, donde poco a poco se van deshojando las capas del drama, que no es concluyente.

Por todo lo dicho, se recomienda que acudáis a los cines a disfrutar con Decision to leave, muy afinado trabajo denso e intenso, que arriesga en los apartados narrativos -tema y tramas-, en la integración de las nuevas tecnologías de hoy en mundos próximos a todo lo relacionado con lo onírico y en su acabado estético, tan deslumbrante como inquietante. Dos horas que son 120 minutos de gran deleite. El cine no son verdades absolutas, el cine es mucho más.

José Luis Panero

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