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Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho… ahora?

Caratula de "Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho... ahora?" (2019) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Bajo el paraguas de la película más taquillera del año, se suceden los estrenos de la comedia francesa de turno, temporada tras temporada. Suenan títulos como Intocable, Bienvenidos al norte o Llévame a la Luna, con mensajes ciertamente profundos en algunos casos. Como esta  fórmula funciona, después del éxito de Dios mío,¿pero qué te hemos hecho? , regresa de la mano del cineasta que se anotó el tanto, Philippe de Chauveron, la exitosa secuela: Dios mío, ¿pero que te hemos hecho…ahora?  Se trata de una divertida producción vacunada contra la corrección política, enfrentándose a ella con la mejor de las armas: el humor.

Tenemos  las jugosas declaraciones a Fotogramas del actor de perfil conservador, Christian Clavier: “En este caso creo que es un vehículo para luchar contra los prejuicios racistas porque celebra el mestizaje, y un antídoto para los momentos trágicos de la vida. Hacer comedia cada día es más complicado porque, precisamente, se basa en transgredir y reírse de los clichés, algo muy arraigado en el cine francés, pero hay personas que no lo entienden. La gente políticamente correcta no me interesa porque trata de decidir por ti, lo que es tolerable y lo que no”.

 Esta producción ha perdido el efecto sorpresa, que supuso la valentía de plantear esas situaciones de las que nadie se atrevía a hablar u opinar con claridad,  puesto que se enfrentaba a la inmensa mayoría de los medios de comunicación que censuraban o censuran a cualquiera que se salga de la linde. El director, a mí juicio, arranca forzando en exceso la cantidad de chistes sin dosificar. En cambio, la película va creciendo poco a poco y los giros argumentales en los momentos adecuados provocan risas y sonrisas por doquier. A los consabidos tópicos entre razas, culturas y religiones se les añade el de la homosexualidad y el tema del feminismo para terminar de completar la gracia, aunque estos dos últimos elementos quizás si se dejen en el fondo llevar por la corrección política.

El humor hay que decir qué sirve de bálsamo para comprender y entender los dramas y sufrimientos personales de sus protagonistas ante el miedo a lo diferente. El amor y el cariño parecen los elementos esenciales para superar las dificultades. No hay que perderse la estrategia del matrimonio cristiano que intenta mantener a la familia unida, mostrándolo como un esfuerzo lógico y natural. Creo que nadie puede sentirse ofendido con esta forma de hacer reír porque de alguna manera no deja títere con cabeza y los Gags no son demasiado ácidos.  De algún modo, este largometraje abre el melón del diálogo interreligioso y el de la posibilidad de encuentro entre culturas. La canción  de la banda sonora con la que termina esta película es muy significativa e invita a la reflexión.

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