Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Disomnia

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +13

Película estrenada en plataformas

Nos llega una película apocalíptica que, aunque tiene una premisa inteligente, termina siendo un producto convencional, algo inconexo y con una cierta sensación de “poco trabajado”. El guion arranca confuso y acelerado, mostrándonos a unos personajes que tardan mucho en definirse. Algunas incoherencias narrativas y secuencias desunidas restan valor a una historia interesante con un buen planteamiento apocalíptico.

Tras un suceso global repentino que acaba con todos los dispositivos electrónicos, la humanidad pierde la capacidad de dormir. Pronto comienza el caos y el mundo cambia drásticamente de la noche a la mañana. Solo una niña, que misteriosamente puede dormir, será la esperanza. Su madre que, poco a poco, va enloqueciendo por no poder dormir, tratará de ponerla a salvo.

Dormir, el sueño o la imposibilidad de hacerlo es algo bastante frecuente en el cine. Desde películas como la saga de Freddy Krueger, donde dormirse era justo lo que había que evitar; a películas como Invasión (2007) en donde un ser alienígena aprovecha el proceso del sueño para apropiarse de nuestro cuerpo y de nuestra mente. El paso del “estar despierto” a “estar dormido” es un umbral entre la vida y un estado distinto; que bien podría se considerado como una alegoría sobre “la muerte”. En esta línea del umbral entre la vida y la muerte también recuerda, en parte, a Línea Mortal (1990) en donde vemos cómo traspasar ese umbral trae siempre consecuencias: que sean positivas o negativas marcarán la postura moral ante el más allá. En este sentido Disomnia propone justo lo contrario, evitar que el ser humano pueda dormir para ver cómo, poco a poco, se va deshaciendo su humanidad hasta que muere enloquecido.

Por otra parte, “dormir” es como una especie de “reseteo nocturno”, de “reinicio” fisiológico que nos ocurre cada día. En este sentido, dormir implica siempre un inicio nuevo, la búsqueda de un “comenzar” cada día. Al extirpar esa posibilidad, la capacidad de dormir, todo gira en torno a esta pregunta: ¿cómo poder reiniciarnos; podemos salvarnos sin “dormir”? El concepto de perdón cristiano recuerda un poco a esta necesidad de “poder reiniciarse”, de “renacer”. Aunque la película que nos ocupa no llega a profundizar en este tema, lo roza.

El director, Mark Raso, trata en sus películas anteriores de ciertos viajes iniciáticos: del viaje al lugar de “nacimiento” del padre (Copenhague) o el viaje de un padre y su hijo al inicio de la fotografía analógica (Kodachrome).

Pero, a pesar, de contar con una premisa tan potente la película no resuelve con éxito ni la parte narrativa ni la técnica. Falta sutileza en el inicio de la trama, los planos cerrados impiden seguir bien la narración, los personajes poco (y mal) desarrollados y la aparición de secuencias deshilachadas tratan de buscar una unidad sin lograrlo. Aun así, y perdonando algún momento irrisorio, la película permite un cierto visionado entretenido. Eso sí, hay algunas secuencias de violencia explícita algo desagradables que podrían herir la sensibilidad de algún espectador.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad