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Drive

Caratula de "Drive" (2011) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Vivimos una época de interpretaciones, en la que reducimos –también, nosotros, los cristianos- los hechos a vaivenes producto de la casualidad, a los que damos carpetazo dándolos por descontado. Esta frivolidad perceptiva sobre la realidad nos incapacita para reconocer los pequeños –y también grandes- milagros que nos afectan diariamente a cada uno o a las personas de nuestro interés.

Y se recrudece nuestra incompetencia cuanto mayor esté mezclado el trigo y la cizaña -por recurrir a la parábola evangélica- máxime si la segunda existe en abundancia. Les prevengo, así, para que no caigan en esta trampa cuando vean Drive, una cinta de delincuentes del danés afincado en Estados Unidos, Nicolas Winding Refn (Pusher, Fear X, Bronson, entre otras), que ha obtenido en 2011 numerosos premios, entre los que destacan el de mejor dirección en Cannes y varios de los Awards de la prensa internacional.

Comprometido hasta la donación total y letal en su actuar, Driver (Ryan Gosling), conductor especialista en películas, se compromete por amor con lo que tiene delante hasta apostar su propia vida y se enfrenta con la violencia que le sale al encuentro para intentar proteger los más débiles.

Implicado también con el mal (¿quién no, en mayor o menor medida?), Driver, aparte de los rodajes, alquila su pericia al volante para transportar a delincuentes en la comisión de delitos. Fuera de estos momentos, recorre cívicamente las calles, como lobo solitario, con su mejor amigo: su propio vehículo, al que da descanso tras los excesos al que le somete en su faceta delictiva. Conoce a su vecina Irene (Carey Mulligan) y a su hijo, y entre ambos crece el afecto que acoge también al pequeño de ésta, cuyo padre, Standard Gabriel (Oscar Isaac), está en prisión. Tras cumplir su condena, volverá a casa, lo que ocasiona su vuelta al pasado más oscuro para cuyo intento de resolución le ayudará gratuitamente Driver, en uno de los ejercicios más desinteresados e increíbles que se han visto en el cine de “gangsters” de las últimas décadas.

El que es competidor cabal de Driver para el afecto de Irene, éste le ve como el padre del pequeño de aquella, y así lo abordará en el interrogatorio obligado -para conocer la identidad de una “mano negra”- a que somete a una delincuente en el que la culpabiliza de “dejar a un niño sin padre”.

Pero hay más de esta actitud del piloto que asombra, por su disposición para abordar los peligros que le surgen y que intenta razonablemente evitar pacíficamente sin llegar a conseguirlo. En esos momentos, acometerá contundentemente las situaciones para llegar a la más implacable violencia (la escena de su sombra reflejada en el suelo luchando con un contrincante y, otra, en la que vemos su bota pateando –sin mostrarlo- a otro esbirro en un contrapicado de cámara)

A pesar de las escenas de violencia sádica y una de exhibición sexual en un burdel, observamos el buen oficio del director para resolver situaciones con elipsis y su talento en el montaje, mimando los tiempos de la historia. El guión huye del paroxismo de este tipo de filmes que embota las pasiones del público, dándole el respiro suficiente para asumir emociones contrapuestas. La dirección de actores es convincente, pues sobresalen varios personajes secundarios (algunos de ellos premiados en festivales) y los protagonistas, especialmente Ryan Gosling, que fundamenta básicamente su quehacer –sus parlamentos son lacónicos y escasos- en miradas y gestos convincentes, que acrecientan su talento como uno de los actores más demandados actualmente en Hollywood, salido de la cantera Disney, que ha dado también al star system otros notables como Christina Aguilera, Britney Spears y Justin Timberlake.

Gosling, que también comanda su propio grupo musical, estuvo a punto de abandonar su carrera interpretativa -que reúne títulos como Believe, Half Nelson, Notebook o Lars y una chica real- por desinterés con los trabajos que le ofrecían. No lo hizo al llegarle guiones más sugerentes con los que ha ido escalando posiciones hasta llegar a lo más alto. Con tres películas en 2011, está en todas las quinielas para recoger el Óscar –ya estuvo nominado en 2006 por Half Nelson a Mejor actor- y pronto lo veremos en Los idus de marzo, junto a George Clooney y más adelante con el mismísimo Terrence Malick, cuya monumental  El árbol de la vida pasará previsiblemente a la historia en mayúsculas del celuloide sin Óscar en 2012 y sin reconocimiento popular suficiente.

En conclusión, Drive es la narración de un moderno caballero andante que, como antaño, redime sus flaquezas luchando por causas justas para ser merecedor del amor de su dama, a la que prefiere servir en todo antes que perseguir acostarse con ella. Merece la pena ver su cruzada.

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