Crítica

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Era 1992, en España se abordan dos eventos fundamentales: los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, vinculada a la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América. Gobernaba el PSOE desde 1982 con Felipe González en la presidencia. España aparece ante la comunidad internacional como un país moderno y civilizado. Sin embargo, Cartagena fue el Ojo del huracán: los disturbios y protestas por el cierre de fábricas y el desmantelamiento industrial adquierieron una violencia creciente hasta acabar con el incendio del parlamento regional con cócteles molotov. Sobre aquellos hechos y entrevistas con personas de aquella época y la actual, el director de cine Luis López Carrasco ha realizado El año del descubrimiento, un documental de 200 minutos.

Ganadora en el festival documental más importante de Francia, en la Sección oficial de los festivales de Sevilla e Internacional de Rotterdam y Mejor película en el Festival Internacional de Cine de Bogotá, todos estos galardones en 2020, tendrá su oportunidad en otros por venir.

Rodada en Cartagena por López Carrasco, también guionista, trae a nuestros días los hechos luctuosos que ocurrieron en 1992 en Murcia con toda su virulencia. Los sucesos comenzaron cuando los obreros de distintas empresas, que veían peligrar sus puestos de trabajo, empezaron a protestar pacíficamente durante varias semanas -según relata el director cartagenero- pero todo cambió, mantiene López Carrasco, cuando la policía actuó con contundencia en una de las manifestaciones, lo que desencadenó una revuelta que terminó con el incendio del Parlamento autonómico de Murcia. Algunos de aquellos trabajadores se ofrecen ante la cámara para recordar aquellos momentos y el director murciano da cancha también a testimonios de la generación posterior, la marcada por la crisis económica de 2008, que afectó a muchos jóvenes de la zona.

Con un montaje singular, donde aparecen simultáneamente dos pantallas distintas, López Carrasco ofrece escenas retrospectivas de aquellos años y el momento actual. “Había una idea fundamental: vincular dos momentos históricos traumáticos (el 92 y la actualidad) a través de la clase social que más los había sufrido”, destaca el director.

En cuanto a la duración de este documental, 200 minutos, que puede suponer han hándicap para los espectadores, López subraya con gracejo que “es como ver tres episodios seguidos de Juegos de Tronos”. Cuestión de mentalizarse para asistir a momentos históricos en la historia de nuestro país.