Crítica
Público recomendado: +18
El pasado viernes, 4 de los corrientes, los cines españoles recibían a la comedia francesa El brindis, escrita y dirigida por el galo de 54 años, Laurent Tirard (El pequeño Nicolás, 2009 o Astérix y Obélix al servicio de su majestad, 2012), a partir de la popular novela Le discours de su compatriota y joven dibujante de cómics de 48 años, FabCaro. Distribuye en salas A Contracorriente Films.
La película sigue las andanzas de Adrien. A sus 35 años, neurótico e hipocondríaco, está estancado en una crisis de madurez. Durante una cena con su extensa familia, su novia no contesta sus mensajes y su cuñado le pide que se encargue de hacer el discurso de su boda.
A pesar del argumento pueril, al filme hay que reconocerle méritos. El trabajo literario del que parte Tirard para armar la comedia carecía de una estructura definida. Por ello resulta gratificante reconocer la notoriedad que él le ha conferido hasta convertirlo en película. Y, sobre todo, por lo que tiene de complicado un ejercicio de adaptación así.
Aun así, Tirard sale airoso y consigue que, a partes iguales, nuestro protagonista traslade al espectador todas sus sensaciones, en una inteligente combinación entre la ruptura de la cuarta pared, y vuelta al conflicto narrativo de la trama principal sin que el resultado definitivo sea una almagama de un algo extraño. No, muy al contrario, Tirard ha extraído de ese monólogo literario la esencia que le da fundamento y sustrato suficiente a El brindis, al que oxigena convenientemente dada su escasa acción.
Se nota, claro está, cómo Tirard se ha tenido que reinventar con este trabajo, cruzando incluso los límites del surrealismo sin que en ningún momento la película chirríe. Más bien al contrario, podemos comprobar lo bien que funciona su estructura narrativa y sus chispeantes diálogos.
Así las cosas, nos hallamos ante una película de cine de autor francés bien definida, entretenida, diferente, que se ve con gusto y que supone un cambio de agujas en el estilo habitual al que Tirard nos tiene acostumbrados a través de la comedia. Y, por otro lado, sin que la aventura destape ninguna novedad, es muy valiente al poner en valor nuestro comportamiento con el otro, con el que está al lado, para decirle a la cara todas las verdades. Un acto de solidaridad que sirve de ejemplo para comprobar en qué estado están nuestras relaciones sociales.
Para todo ello Tirard necesitaba a un actor que asumiera el reto y Benjamín Lavernhe ha resuelto el papel con soltura y eficacia, por fortuna rodeado de un equipo de secundarios que saben seguirle el ritmo. De esta manera podemos concluir que El brindis, sin ser una película de acción, transmite un mensaje inteligente, muy propio en el cine de nuestros días y, por tanto, recomendamos su visionado. Por cierto, no dejéis de fijaros en los títulos de crédito.