Crítica:

Público recomendado: Adultos 

El caso Heineken es una película belga basada en hechos reales que relata los sucesos en torno al secuestro de Freddy Heineken, magnate de la empresa de cerveza.

La película lleva al espectador a vivir con los secuestradores; la parte que tiene más vida en el film no es el drama del secuestrado, sino el del secuestrador. En este sentido, nos ofrece la angustiosa vida de los raptores, con la presión psicológica y las diversas dificultades que se les presentan.

El retrato humano, basado en hechos auténticos, es muy oportuno: los protagonistas se nos muestran como gente con debilidades, que consigue hacer un trabajo prácticamente perfecto, pero que no soporta la presión moral que implica saltarse la verdad a la hora de levantarse, dormir y dedicarse a los quehaceres. La prisión mental en la que los secuestradores se ven encerrados es lo más destacable de la cinta; se nos muestra gente que pierde su vida en llevar una vida que no quiere tener. Se nos muestra como motor determinante el dinero; es el motivo que impulsa a los personajes a implicarse en toda esta trama.

La película ofrece cierto suspense, pero no grandes dosis de acción o escenas trepidantes; en este sentido, no está conducida de forma extraordinaria.

El caso Heineken revela que la vida criminal puede parecer un camino fácil; y revela las facilidades que otorga, pero también muestra todas las dificultades que implica. Muestra que no se puede vivir de este modo, tratando las cosas como estos personajes las tratan: ninguno está bien, ninguno está tranquilo.

En general, la película no atrapará a quien busca acción o suspense inquietante; lo que más puede aportar es este interesante retrato humano dentro del mundo del crimen, y un poco más de conocimiento de los pedazos de historia del mundo que se nos escapan: las interioridades, las rutinas que se esconden detrás de los grandes titulares de periódico.