El ciudadano ilustre
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Crítica:
Público recomendado: Adultos
Daniel Montovani es un escritor argentino ganador del premio nobel de literatura, que tras 40 años fuera de su ciudad natal Salas, en plena pampa Argentina, decide volver al lugar de inspiración de muchos de sus relatos.
Con esta premisa tan sencilla parte el film de Mariano Cohn y Gastón Duprant que ahonda en los sentimientos más primitivos de la creación artística. Encarnado en la figura de un escritor, la película profundiza sobre temas mucho más trascendentes que los simples reencuentros superficiales con amigos del pasado. El arranque con el discurso de entrega de premios Nobel, nos sitúa ante la verdadera trama. La agonía del artista cuando la fuente de inspiración se agota, el misterio del proceso creativo y la difícil relación del creador (aquí escríbase ya escritor, ya cineasta, ya pintor), con el mundo que intenta entender.
Una mirada superficial podría dejar la película en una suerte de situaciones más o menos grotescas (al estilo de la reciente “Relatos salvajes”), relacionadas con sentimientos de frustración, injusticia y envidia. Sin embargo, y a pesar del poso amargo de la cinta, la reflexión resulta inteligente y muy verdadera.
En otras manos, esa visita al pasado hubiera sido un canto a la sencillez de la vida rural a la inocencia de la infancia y al re-encuentro con los orígenes. Sin embargo nos encontramos ante un trabajo descarnado con una mirada muy pesimista sobre el ser humano. Así reza el tag line de la película “Pueblo chico… Infierno grande”, la asfixiante envidia de un pueblo que no sabe apreciar.
Además de otros premios, Oscar Martinez ganó justamente la copa Volpi en Venecia y ha sido seleccionada para representar a su país en los Oscars. Todos los actores que le secundan están a su altura.
Con secuencias verdaderamente hilarantes, el regusto tragicómico dejará al espectador conmovido en su butaca.
