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El creyente

Caratula de "El creyente"

Crítica

Público recomendado: Jóvenes y Adultos

El creyente es una película de 2018 del director francés Cédric Kahn, que valió a su protagonista, el
joven Anthony Bajon, nada menos que el Oso de Plata en el Festival de Berlín 2018.
La cinta nos introduce casi de repente en la vida de Thomas, un adolescente recién llegado a una
comunidad religiosa de recuperación para drogadictos. En sus primeros pasos en la comunidad,
Thomas lucha contra la estrechez de las reglas y las obligaciones de una convivencia forzada -lo
que cuesta mucho a un chico supuestamente crecido en soledad, y poco acostumbrado a muestras de
cariño y de solidaridad por parte de otros. Incapaz de aceptar la invitación de sus compañeros a
compartir sus experiencias interiores, mirándolas, como ellos le exhortan a hacer, a la luz de una
confesión “entre amigos” y del perdón, Thomas decide huir de la comunidad.

Central en la narración es el encuentro con Sybille, personaje clave a la vez que ambiguo: es difícil interpretar
con exactitud el significado de su papel para el recorrido de Thomas, pero es cierto que, sin ella, el
joven -de carácter fuerte y tal vez violento, a la vez que frágil- no hubiera aceptado comprometerse
en el “viaje espiritual” que le ofrece la comunidad, y probablemente no hubiera empezado a ceder
delante de esta mirada, “molesta” y misericordiosa, de sus acompañantes y compañeros.

En el fondo del maravilloso paisaje de Trièves en la Isère, una amplia meseta rodeada de montañas
por todos lados, que de hecho acabará convirtiéndose en un personaje más de la película por su
presencia esencial, El Creyente nos cuenta una historia de amistad y de fe. Es decir, nos muestra
cómo a través de las relaciones humanas -así como los instrumentos en este caso tan sabiamente
ofrecidos por la comunidad, la oración y el canto- es posible un encuentro y un camino espiritual.
La oración, y la relación en extremo personal de cada uno con ella, es la protagonista de la
narración. Cédric Kahn, como no creyente, revela haber tenido que encontrar su acceso personal a
este mundo, y no podemos recriminarle falta de sensibilidad; como él mismo afirma, “si tú piensas
en la vida: amor, pasión y compromiso – es todo una cuestión de fe”. Sin eliminar nada de la
fragilidad humana, esta profunda película nos hace vislumbrar un mundo de esperanza, al que cada
uno de los personajes en juego, tiene un particular y personal -único- acceso.

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