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El Cuento de las comadrejas

Caratula de ""

Juan José Campanella es uno de los directores más extraños y versátiles del momento. Un rara avis que comenzó su andanza cinematográfica en 1991 con un reconocimiento unánime con su durísima opera prima de título contundente y difícil de decir en voz alta: El niño que gritó puta, una sórdida crónica sobre la adolescencia que impactó por su dureza psicológica y que, sencillamente, es desagradable de ver; aun así, alberga aspectos muy interesantes que iría perfeccionado a lo largo de su (corta) filmografía. Entre series argentinas, su siguiente obra fue …Y llegó el amor, un descafeinado thriller de intriga más deudor de Adrian Lyne que del suspense del maestro Hitchcock. Con su trilogía sobre su propia tierra, se encumbró de lleno: El mismo amor, la misma lluvia; La luna de avellaneda; y, sobre todo, El hijo de la novia, lo confirmarían como el gran cineasta que es ahora y pondría en órbita al galán telenovelesco del momento: Ricardo Darín. Tras varios años sin dirigir y su paso por el mundo de la televisión americana (House, Rockefeller Plaza…), Campanella da un golpe sobre la mesa tan fuerte que rompe todos los esquemas: El secreto de sus ojos fue, con diferencia, en 2009 la película más aclamada del momento. Y tras tener todas las alabanzas… desaparece del panorama. Reaparece en 2013 con su tibia obra de animación, Futbolín; vuelve a la televisión y ahora regresa de su retiro con El cuento de las comadrejas: un regreso al espíritu de su trilogía argentina, con más mala uva, momentos delirantes y conseguidos… pero que en conjunto, termina siendo irregular.

La trama es la siguiente: 4 antiguas glorias del cine se ha recluido en su mansión donde mantienen su mundo impermeable de los cambios del exterior. Sin embargo, la aparición de dos jóvenes en la mansión pondrá su mundo patas arriba. La película es un remake de la obra de culto de 1976, Los muchachos de antes no usaban arsénico de José A. Martínez Suárez; Campanella hace una actualización de esta obra que bien podría ser una sátira sobre los tiempos modernos en el cine y la necesidad de vivir en el pasado: el miedo al presente que hace que los 4 ancianos se refugien en su gloria, muerta en el tiempo igual que el personaje de Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses, cuya influencia es más que evidente. No obstante, Campanella pierde los papeles en clímax final, elevando el desenlace en un paroxismo desenfrenado al más puro estilo Tarantino, desentonado en todo con el tono del film. Posee momento y reflexiones agudas que sacan no solo una sonrisa, también un idea sobre los momentos actuales que vivimos, pero con la aparición de los dos jóvenes, el film pierde un poco el crucero y las interacciones entre personajes se vuelven reiterativas. Al final, el resultado pierde la personalidad y aleja el resultado de sus films anteriores.

En el apartado actoral, el cuarteto protagonista está sublime. Clara Lago vuelve a destacar en el cine argentino donde a cada actuación se encuentra más cómoda: una buena actriz que da una buena interpretación.

En resumen: una comedia negra divertida, con momento muy conseguidos y reflexiones interesantes, pero que en conjunto pierde el tono y acaba con un final que poco encaja con el resto de metraje.

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