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El futuro ya no es lo que era

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Reunir a dos actores exitosos suele ser una jugada maestra para conseguir el afecto del público para que asista a las salas de cine, pero no siempre sucede porque ocurren “variables” que atenúan (en el mejor de los casos) o invalidan este potencial “compuesto triunfador”. Y así, desconocemos qué resultado les espera al tándem formado por Dani Rovira (Ocho apellidos vascos, Ocho apellidos catalanes, Ahora o nunca) Carmen Maura (¡Ay Carmela!, Reinas, Mujeres al borde de un ataque de nervios…) y al resto del equipo capitaneado por Pedro Barbero, director y guionista de El futuro ya no es lo que era.

Carlos (Dani Rovira) trabaja de futurólogo en un programa de televisión con el nombre de Kar-El. Cuando deja el estrambótico disfraz laboral (cuyo cartel vemos en distintos lugares de toda España) se ocupa ocasionalmente de sus dos hijos, está separado de Luisa (Carolina Bang: Ciega a citas, La chispa de la vida, Los hombres de Paco…) y frecuenta la compañía de su madre, la reconocida actriz por numerosos premios Carmen Segarra (Carmen Maura: ¡Ay Carmela!, Reinas, Mujeres al borde de un ataque de nervios…).

Harto de lo que hace, Carlos quiere dejar de ser -Kar-El y pide consejo a su madre, pues le ofrecen dar el salto a una televisión nacional (el programa lo venía haciendo en una televisión local de Oviedo, donde vive), quien le aconsejará que sea el mismo y haga lo que más le guste, ya que “la vida –dirá recordando a John Lennon- es una cosa que sucede mientras se hacen otros planes”.

De estas sentencias está “sembrada” Carmen, incluso cuando intenta explicar a Carlos sus sentimientos cuando desvela a su hijo que padece una grave enfermedad, como le sucede también al personaje que interpreta en el teatro.

Este situación dramática para la vida de madre e hijo choca con el registro cómico de Carlos que ejerce con sus hijos Jon (Saúl Barceló) y Melina (Lucía de la Fuente), quien compagina ser su “coleguita” en unas ocasiones y, en otras, echarles broncas por sus comportamientos (la chica compra varias decenas de preservativos para un fin de semana; Jon, hace ballet, es homosexual y utiliza su práctica de artes marciales para defenderse de insultos homófobos de varios compañeros de clase).

Carlos se escandaliza de los planteamientos de sus hijos, pero su posición cambia diametralmente en escenas siguientes, hasta hacerle decir que “ser homosexual es igual que decir de alguien que es rubio o moreno; no pasa nada”. Estos cambios de registros de Carlos se suceden en varias situaciones, lo cual confiere al personaje-padre de Dani Rovira de bastantes dosis de patetismo, que se agigantan con la “lejanía sentimental” para acoger la enfermedad de su madre.

Por más que el filme apunte a los políticamente correcto por lo dicho anteriormente,  la mezcla tragicómica de ambos personajes principales de El futuro ya no es lo que era le cuesta ser creíble (sobre todo al que interpreta Dani Rovira), a pesar de que Carmen Maura está convincente y ha interpretado personajes cómicos en otros filmes.

Por otro lado, los 115 minutos del metraje se sustentan en representaciones y “gag” repetitivos o de referencias similares, pues no aparecen nuevos giros y sucesos en la historia.

Como “para gustos, los colores” habrá quienes no se sustraigan a perderse esta cinta de quien –Dani Rovira- fue con Ocho apellidos vascos un auténtico “crack” que puso, con el equipo de Martínez Lázaro, al cine español batiendo registros en su historia.

 

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