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El hombre del corazón de hierro

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes-Adultos

Este viernes de julio, 7 de los corrientes, se estrena en toda España -de la mano de DeaPlaneta- el drama bélico, basado en hechos reales, El hombre del corazón de hierro (Cédric Jiménez, The Connection), correcto biopic con tono de thriller, muy bien interpretado, pero que cojea al no resolver las subtramas -muy difusas- y en algunos momentos se aprecia su carácter académico. Y todo ello por querer abarcar demasiado, el gran fallo de la película.

El hombre del corazón de hierro narra la historia sobre una de las figuras más peligrosas del régimen nazi, y sobre los hombres y mujeres valientes de la Resistencia que intentaron acabar con él. El meteórico ascenso de Reinhard Heydrich (Jason Clarke) -popularmente conocido como El carnicero de Praga– al convertirse en una de las principales figuras del régimen nazi fue tan feroz e implacable como los horrores que infligió a la gente de Europa antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Heydrich, que entró en contacto con la ideología nazi a través de su mujer, Lina (Rosamund Pike), una miembro de aristocracia que lo acompañó en su recorrido hacia el poder, fue el principal arquitecto de la Solución Final y una fuerza imparable.

Sin embargo, un pequeño grupo de luchadores de la Resistencia checa, entrenados por Gran Bretaña y comandados por el gobierno checoslovaco en el exilio, intentaron parar lo imparable. En una arriesgada operación, los reclutas Jan Kubis y Jozef Gabcik atentaron contra Heydrich cuando viajaba por las calles de Praga, causándole heridas mortales. De este modo, Reinhard Heydrich acabó siendo el oficial nazi de más alto rango asesinado durante la Segunda Guerra Mundial.

De nuevo, el cine afronta otro episodio -tercera versión fílmica de la denominada Operación Antropoide- de los cientos que hay y los cientos que nos quedan sobre la Segunda Guerra Mundial, que en este caso firma el joven realizador francés de 41 años Cédric Jiménez (Conexión Marsella). En este caso, el cineasta parte con un buen material de base para narrar la historia, dado que el guión está inspirado en la exitosa novela HHhH (Seix Barral), la primera del escritor francés Laurent Binet, gracias a la cual ganó el prestigioso Premio Goncourt en 2010.

En el debe, a la película le falta preguntarse exactamente qué quiere contar, desde qué punto de vista y por qué. Es muy de tiralíneas, de narrar escenas sin profundizar en ellas, y ese tono academicista termina por desinflar la armadura del relato. En el haber, ha de decirse que centra el disparo, queremos creer, hacia dos objetivos.

En primer lugar, el cineasta nos informa de por qué este militar se convirtió en un monstruo del mal, cuando él no era partidario de estos asuntos, pero los lances del amor terminaron por pervertirlo. En este sentido, la actriz Rosamund Pike realiza un trabajo fabuloso en la construcción de su personaje, que experimenta un complejo vaivén emocional. Por su parte, el actor que encarna a El carnicero de Praga, Jason Clarke, está inmenso, es más, probablemente estemos asistiendo a una de sus mejores interpretaciones. De hecho, incluso Hitler quedó sorprendido por su carácter y modales arribistas.

En segundo lugar, o la otra parte que desarrolla la película se centra en las motivaciones y asesinato del militar.

En resumen, podríamos decir que o la película le viene grande a Cédric Jiménez, o no ha sabido separar el hierro de la paja y el filme termina convertido en un marasmo de situaciones, bien llevadas, bien ejecutadas por todos los intérpretes, pero mal acabadas. Un monográfico, que se hubiera ceñido en formato documental a la figura del oficial nazi, hubiera resultado más práctico y más claro. Así las cosas, este inestable trabajo de Jiménez queda envuelto en una rara telaraña dramática, más y mejor matizada cuando exhibe sensaciones que cuando desarrolla las acciones de sus personajes y, en consecuencia, El hombre del corazón de hierro no termina de convencer, sin necesidad de certificar que el director quería haber expuesto algo más nítido, redondo y coherente.

 

 

 

 

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