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El justiciero

Caratula de "El justiciero"

Crítica:

Público recomendado: Adultos S

El justiciero es la última película de Eli Roth (El infierno verde, Knock Knock), adaptación de novela y remake de la película Death Wish de 1974.

Paul Kersey (Bruce Willis) es un cirujano con una vida asentada y encarrilada que se ve totalmente destrozada por un asalto a su domicilio en el que unos ladrones se cobran la vida de su mujer y dejan a su hija en coma. Ante la aparente incompetencia del cuerpo de policía, Paul decide tomar las riendas y emprender el camino de la justicia por su propia mano, en busca de venganza.

El film, llevado con una intensa progresión dramática, lleva un buen ritmo, una tensión bien distribuida y emocionantes escenas de acción. Desde el momento desencadenante del destino del protagonista la película no baja el ritmo. Las escenas de violencia son totalmente explícitas, e incluso en algunas el director se toma la licencia de recrearse en lo gore, con vísceras bien expulsadas y sangre abundante.

El tema principal de la película es el debate sobre la función de las fuerzas superiores en las que se cobija la sociedad: el Estado y la policía. ¿Es lícito tomarse la justicia por la propia mano y lanzarse a la calle a luchar contra la delincuencia? ¿Qué puede hacer una persona en un mundo que sigue sus propias leyes, cuando todo le reclama a actuar? El justiciero abre estas preguntas, planteando las irregularidades del asunto, su lógica y sus consecuencias.

Entre las carencias de la cinta se cuentan la falta de personajes un tanto menos cacahueteros, y juegos de tono extraños en los que se pasa del drama comercial a una comedia chiclosa con tono naive y a momentos de violencia cruda y explícita. Las discordancias del tono son irrespetuosas para la misma cinta y, si se toma en serio, para las implicaciones morales que propone: en el discurso que pretende dar se habla de acabar con vidas de otros como si no tuviera consecuencia alguna.

El justiciero, en definitiva, ofrece, además de la experiencia thriller, un matorral de debate que no termina de resultar mínimamente coherente con la realidad como para ser tomado en serio o como para no resultar, en una cierta medida, un mensaje de amoralidad encubierto.

 

 

 

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