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El libro de la selva

Caratula de "El libro de la selva" (2016) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Todos

En un momento donde sabemos que a la crisis económica le acompaña una crisis de la persona, Disney nos ofrece la historia de cómo un niño logra hacerse un hombre en unas circunstancias muy difíciles. El remake de El libro de la Selva consigue un notable alto y nos ofrece una versión más actualizada que está conquistando a crítica y público.

El protagonista es Mowgli, un niño al que cría una manada de lobos. A sus 10 años, su enemigo el tigre Shere Khan reta a la manada ante la escándalo que supone la presencia del niño en la Selva y Mowgli decide irse para proteger a su “familia”. Junto a él sus guías, la pantera Bagheera y el oso Baloo, le ayudarán a recorrer el camino hacia la aldea de los humanos a la que parece pertenecer. Sin embargo, varios imprevistos complicarán el camino de Mowgli y le obligarán a replantearse quién es y qué quiere en la vida.

Hace casi 50 años del clásico animado de Disney El libro de la selva (1967) y aunque han tratado de conservar el espíritu de entonces, nos llega una nueva versión más dramática de la obra de Rudyard Kipling en animación digital sensacional. Producida por los creadores de Piratas del Caribe y dirigida por Jon Favreau (Iron Man), la película adopta formas de narración moderna como imágenes de acción real trepidantes con estética de videojuegos y entornos fotorealistas generados por ordenador, utilizando las tecnologías más avanzadas. Pero a pesar de ser “hija de su época” por estas técnicas de narración modernas, la película presenta una historia muy bien configurada, narrada por unos personajes llenos de matices que muestran cómo la grandeza de la obra de Kipling sobrevive al paso del tiempo y sale a nuestro encuentro para recordarnos cómo afrontar cualquier crisis.

En una sociedad individualista como la actual que pretende romper los vínculos con toda tradición pasada, resulta reconfortante recordar, a través de la historia de Mowgli, cómo la consistencia de una persona nace de la pertenencia a un pueblo. Pero no cualquier pueblo sino uno que sepa respetar la tradición, o como aparece en la película, “Eso que es tan antiguo y cierto como el cielo”: la ley de los antepasados. Vale la pena destacar la secuencia de la Roca de la Paz y la Tregua del Agua, en donde la ley dicta que ante la escasez de agua en la Selva todo animal olvidará la caza, durante un corto periodo de tiempo, por la salvación de todos. Muy interesante también cómo la presencia del mal (encarnado en el tigre Khan) genera división a su paso…

La pantera Bagheera representa la fidelidad a la norma como forma de vivir (moralismo) y el oso Baloo nos muestra al sujeto narcisista posmoderno cuyo interés radica en el placer de comer miel (hedonismo). Es muy interesante el arco de transformación de ambos ante los hechos excepcionales que Mowgli vive, como si su presencia fuera despertando en ellos un deseo nuevo e inesperado. Al igual que ellos, toda la creación parece rendirse maravillada ante la belleza extraña que supone la inteligencia y presencia humana en la historia. En este sentido recuerda al arranque de El Rey León donde todos los animales parecían adorar a Simba (el orden natural), y a diferencia de El Viaje de Arlo, en El libro de la selva se perciben similitudes que no indican más que convergencias quizás aún con mayor hondura.

La excepcionalidad de la presencia de Mowgli en la historia de la Selva presenta un cierto carácter crístico/mesiánico sobre todo ante exclamaciones como: “Lo que me faltaba por ver era un niño sin un pueblo capaz de unir a todas las especies”. De hecho, el personaje de Baloo pasa de etiquetar de “panfleto” la ley de la manada de lobos, a encontrar en ella una miel mucho más dulce que la de las abejas. El libro de la selva nos recuerda que sin pertenecer a un pueblo que abrace la tradición uno no puede hacerse un hombre. En esta línea narrativa se ve reflejado el carácter mitológico de la obra original que junto a la narración frenética moderna logran una espectacular epopeya de acción real. Eso sí, aunque es apta para niños mejor acompañados que hay una serpiente pitón con una voz y mirada tan seductoras que pueden aterrorizar a más de uno.

 

 

 

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