Crítica
Público recomendado: +12
El milagro del padre Stu cuenta la historia del padre Stuart Long, un joven boxeador de Montana que acaba viajando a Los Ángeles en busca de una oportunidad como actor, pero en lugar del papel de su vida, encuentra su media naranja, pues se enamora de un flechazo de una joven mexicana, Carmen, a quien conoce en la carnicería donde se ha puesto a trabajar.
Pero Carmen es católica y le dice a Stuart que busca otro tipo de compañero: un bautizado dispuesto a compartir su vida y también su fe con ella. A Stuart no le parece un problema en absoluto y acaba bautizándose para acercarse a ella. Y cuando parece que todo se dirige a un feliz matrimonio, Stuart descubre su vocación sacerdotal y le explica a Carmen que Dios le llama por otro camino.
Muy poco después aparecen los primeros síntomas de una enfermedad degenerativa muscular incurable que poco a poco postrarán al seminarista en una silla de ruedas. La enfermedad es tan agresiva que los responsables de la diócesis dudan de que Stuart en su condición pueda llevar a cabo su ministerio sacerdotal.
Si la vida acaba poniendo a cada uno en tu sitio, desde luego en el caso del padre Stu la sentencia se cumple a rajatabla. Pero el lugar que la vida depara al padre Stu, que finalmente será ordenado el 14 de diciembre de 2007 en la parroquia de su pueblo de Montana, se convierte para el sacerdote en un cielo de liberación, donde el sufrimiento -junto a la cruz- adquiere un valor inestimable, lleno de sentido, que echa abajo el propio engreimiento y le permite descubrir a los demás y apostar especialmente por los que más sufren.
Opera prima de la joven guionista Rosalind Ross, que ha trabajado en varias producciones, también como actriz, entre las que destaca la serie de televisión Matador.
La película tiene en el padre Stu un protagonista de lujo, maravillosamente interpretado por Mark Wahlberg, quien también es productor del filme. Mel Gibson interpreta al padre del protagonista, en un papel también lleno de liberaciones para el personaje que interpreta. La historia es entretenida y tiene algunos diálogos sugerentes y divertidos. Quizás sea un poco larga, especialmente hacia el final, donde hay un deseo de cerrar demasiadas subtramas.
Para alguien puede resultar algo moralizante, lógico: cuenta la historia de un converso que acaba siendo sacerdote católico. Pero esto no es un problema para la historia, pues una vez que conoces al padre Stu y su disposición a encajar los golpes en la vida, como espectador quieres conocer su opinión acerca del dolor, pues habla alguien con gran experiencia en el tema.
Una buena película, honesta y sincera, como el propio padre Stu, que luchó todas las batallas hasta el final con ánimo grande, inspirado en aquella frase de Jesús en la que creía con todas sus fuerzas: “el que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. La fuerza de la película está en ver al padre Stu personificando esas palabras.