Crítica:
Público adecuado: adultos
Llega a nuestras pantallas la nueva película del interesante director Tomas Alfredson, autor de una obra maestra del terror moderno (Déjame entrar) y más recientemente, de una excelente muestra de cine de espionaje (El topo). En esta ocasión se adentra en el thriller puro, adaptando el best seller de Jo Nesbo, aunque el resultado queda por debajo de sus mejores obras.
El detective Harry Hole investiga la desaparición de una mujer, y pronto descubre la conexión con antiguos asesinatos, lo que le lleva a sospechar de la reaparición de un asesino en serie.
Hay ciertos rasgos autorales que se perciben en la presentación visual de El muñeco de nieve: esos paisajes helados que parecen retratar un cierto grado de deshumanización, el entorno como ilustración del interior de los personajes. También una cierta economía expresiva tanto en la dirección de actores como en la puesta en escena. Sin embargo, todos esos elementos, que funcionaban a favor de obra en Déjame entrar o El topo, parecen no terminar de cuajar en el caso de este thriller carente de ritmo y emoción. No ayuda el hecho de que la historia no deja de estar algo trillada, con todo su repertorio de clichés de asesinos en serie y detectives atormentados. 22 años después de Seven, ya hemos visto demasiadas variaciones de los mismos recursos.
Los giros, y en especial el desenlace, resultan insatisfactorios porque la narración no prepara el camino para el espectador. En realidad, a Alfredson parecen interesarle más las connotaciones filosóficas de la historia que el funcionamiento narrativo en sí (lo cual es un error porque una cosa es vehículo de la otra). El director escandinavo reflexiona sobre el concepto calvinista del pecado y la culpa, partiendo de un pesimismo vital que sólo puede llevar a profundos abismos de desesperación (no es casualidad que el apellido del personaje principal, Hole, signifique “agujero”). Sin un andamiaje sólido en forma de trama, la película acaba asfixiando al espectador más que incitándole a la reflexión.