Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

El niño de la bicicleta

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes

Desde el comienzo de su trayectoria cinematográfica, Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne demuestran una clara inclinación a la presentación de situaciones sociales extremas. El tratamiento estético de sus películas parece que promueve un despertar en el público ante el grito mundial por una humanidad perdida (Flash o Le chant du rossignol). En su última película, El niño de la bicicleta, lograron el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2011.

La película muestra a Cyril, un niño de once años, del que su padre se desentiende porque le supone un exigente compromiso que determina su vida. El padre huye de la responsabilidad de cuidarle porque le supondría un cambio y renuncia a la nueva vida que pretende establecer sin él. El niño, en su bicicleta, recorre las calles en busca de su padre, aunque en el fondo, su intención es encontrar algo más: dar un sentido a su vida. Cuando se entera del rechazo de su padre, Cyril cae en el nihilismo, en ese desgarro y fiereza en la que no duda en dañarse a sí mismo o incluso, a los demás. La falta del apoyo de una relación paterno-filial le lleva a volcarse hacia otras personas emocionalmente, hacia todos aquellos que le dan muestras de cariño, como la peluquera o el mismo joven delincuente. Sin embargo, el niño confunde el sincero amor con el interés egoísta, y en su inocencia, ni qué decir, buena voluntad, cae en la mala guía del pecado.

Los hermanos Dardenne recalcan la necesidad de Cyril en esos largos silencios, como en el momento en el que el niño se encuentra a sí mismo ante el vacío de una habitación de su casa, un frío fotograma del cruel abandono de la referencia y guía de un padre; o cuando huye pedaleando en la muda calle persiguiendo respuestas; o incluso en esas inquietas miradas que parecen exigir una amable recepción por parte de los demás. Esta representación de la intimidad de Cyril y los personajes convierte la narración fílmica en una fascinante narración psicológica y personalizada.

La excelente interpretación de los actores (con la excepcional Cécile De France, y la reveladora presencia de Thomas Doret como protagonista) ofrece una rica diversidad de perspectivas (el amor y entrega de la peluquera, el trato interesado del joven delincuente o la evasiva relación del padre con su hijo) que reflejan la realidad de Cyril, quien, al contrario, se cierra su obsesiva búsqueda incapaz de darse cuenta de lo que le ofrecen los demás.

El film carece de un compás musical particular, salvo cuando se introduce una leve melodía con un énfasis esperanzador en esos momentos en los que se demuestra una verdadera referencia al Amor, como por ejemplo, en el amable apoyo y cariño de la peluquera hacia el niño necesitado o en la muestra de una reverencial caridad y sencillez de Cyril.

La intención de los directores parece ser clara y única, reducida a una sola palabra: El Perdón. La humildad y compasión que constantemente abren las puertas a la oportunidad sin tener en cuenta el pasado error. El niño circula por su vida montado en una sencilla bicicleta como única posesión que lo sujeta a una identidad, en busca de un amor negado, pero que al final, en la pérdida encontrará una real entrega: el amor y sacrificio de una Madre.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad