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El olvido que seremos

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Héctor Abad Gómez fue un hombre bueno. Así nos lo presenta Fernando Trueba: (La niña de tus ojos, Calle 54, El año de las luces…) en su última película El olvido que seremos. Abad es en el filme Javier Cámara (Perdiendo el norte, La vida inesperada, Ayer no termina nunca…), quien da vida brillantemente en la película a Abad Gómez, incluso con la cadencia colombiana del español de aquellas tierras.

Médico, profesor de Universidad, carismático líder social y hombre de familia numerosa, y activista por los derechos humanos en el Medellín violento de los años 70 y 80. La historia, con guion de David Trueba relata las vicisitudes y actividades que desarrolló Abad Gómez, afanado tanto por sus hijos como por los niños más desfavorecidos. Siempre dispuesto a implicarse en los barrios pobres para erradicar enfermedades, fue un luchador pertinaz para implicarse en los servicios de salud.

Trueba ha sabido perfilar en blanco y negro y color (ambos conviven en el filme) las aptitudes de Abad Gómez en su casa, atendiendo especialmente a su hijo Héctor, el pequeño de la familia, que convivía con el resto de sus hermanas, varios años mayores que él, y al que su padre le dedicaba más tiempo en su educación y en abrirle horizontes en la vida. Abad siguió acompañando a su hijo Héctor cuando volvió este a Colombia tras estudiar en la universidad en Italia. Del padre, el hijo aprendió también su sabiduría y conocimiento de los seres humanos. Un ejemplo fue cuando Héctor padre, le dijo: “Los hombres vanidosos no son maridos fieles”.

Trueba pulsa también Medellín de 1987, cada vez más peligroso y donde los cárteles de la droga estallaban bombas que causaron numerosas muertes. A esto se unía también una polarización en la universidad y en los foros de opinión, donde escuadrones de la muerte y guerrilleros imponían su violencia. Dirá nuestro protagonista: “A mí me llaman marxista cuando nunca he leído a Marx, mientras que los marxistas me tildan de conservador”.

Su mujer en la ficción, papel que interpreta Aida Morales, es sobrina del arzobispo de Medellín y en la casa familiar vive con ellos Josefa, una monja un tanto histriónica, que dice al pequeño Héctor que su padre irá “al infierno porque no va los domingos a Misa”. Con todo, Héctor padre es respetuoso con la educación que aporta Josefa a sus hijos, aunque en privado matizará al pequeño, algunas cuestiones menores provenientes de ella.

Sin ser un hombre religioso, Héctor Abad Gómez, que denunció repetidamente los asesinatos a opositores al Gobierno, líderes sindicales, periodistas y curas…, estuvo implicado con ahínco en ayudar a los demás y sobre todo a los más desfavorecidos. Así lo manifestó el sacerdote que ofició su funeral: “Amaba a su familia, su ciudad y fue un hombre de paz”.

Héctor Abad Gómez fue asesinado por la espalda por unos sicarios en Antioquia el 25 de agosto de 1987 cuando iba a proponer su candidatura a la alcaldía al Partido Liberal.

Fernando Trueba ha hecho una película muy vistosa donde conviven color y blanco y negro en lo estético y la actuación descomunal de Javier Cámara, y comprometida por dar humanidad a este médico y profesor colombiano. El filme ha obtenido el Premio Forqué y Nominada como Mejor Largometraje Iberoamericano.

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