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El protector

Caratula de "El protector" (2022) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

El pasado 9 de diciembre llegaba a los cines españoles el irregular thriller estadounidense El protector -que no tiene nada que ver con la película de título homónimo dirigida por Antoine Fuqua en 2014- con el que debuta en el largometraje el director de cine Richard Hughes, responsable de tres modestos cortometrajes (Red Hill: 24 Days of Adrenaline (2011), Man (2014) y Found (2016), y que también se había fogueado con trabajos publicitarios. Distribuye en salas Vértice 360.

El filme, ambientado en Miami, aunque rodado en Grecia, sigue las andanzas de Cuda, que ha dedicado su vida a quitarles la suya a incontables personas. Este sicario de la mafia de la ciudad estadounidense, y recién salido de la cárcel, no ha tenido remordimientos de los actos que ha cometido en el pasado hasta ahora. Ha decidido dejarlo todo por una joven que se ha metido en problemas, al tener un encontronazo con Estelle, la jefa de esa mafia para la que Cuda trabaja. Pero él es incapaz de dejarla a su merced. De esta manera, intentará salvar a la joven gracias a su larga lista de conocidos, si es necesario empleando métodos poco ortodoxos.

Richard Hughes mantiene el equilibrio del conjunto como puede, intentando que las dosis de acción no desentonen demasiado con el guion (W. Peter Iliff, autor de Le llamaban Bodhi) o con el diseño de fotografía (Callan Green, responsable de Fast & Furious) que, paradójicamente, son sus mejores bazas. Aun así, el drama circula por derroteros de poca monta, donde se dan cita la explotación sexual (cibersexo incluido) y la organización criminal, por cierto temas ya muy vistos en otras películas del género. Este reclamo de acudir permanentemente a los lugares comunes con personajes y actitudes que todos conocemos, convierte a El protector en una película previsible, tibia y sin ambiciones.

No obstante, ello no quiere decir que el filme también tiene una carga redentora muy loable -a pesar de que la transición dramática que experimenta su protagonista, interpretado por un más que solvente Antonio Banderas- no está suficientemente trabajada. También tenemos que subrayar, aunque de perfil, el asunto en torno al padre periférico, que no deja de ser una corriente cinematográfica cada vez más instalada en los dramas contemporáneos y que pone en relieve la importancia y significado de la familia.

Por todo ello, podemos concluir que estamos ante un trabajo de cine de poco fuelle, que se enreda con algunos diálogos sin alma, que carece de tensión emocional y con personajes muy del montón, y que salvo las episódicas escenas con la actriz Kate Bosworth y el ejemplar trabajo del mencionado Antonio Banderas, los secundarios apenas realizan un trabajo modesto.

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