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El regalo

Caratula de "El regalo" (2015) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Jason Bateman y Rebecca Hall son Simon y Robyn, una pareja casada que se traslada a Los Angeles después de vivir una tragedia familiar en Chicago.

En una tienda de muebles, la pareja se encuentra con Gordo (Joel Edgerton), un antiguo compañero de clase de Simon con el que, en principio, no tienen problema en retomar el contacto. A partir de ese momento, Gordo demuestra no entender las reglas sociales básicas, ya sea porque deja regalos en su puerta sin que nadie le haya dado la dirección o porque aparece repetidas veces en ella cuando Robyn está sola. Así, en la primera parte de El regalo asistimos a la descripción de  un psicópata del que se espera lo peor. Previsiblemente, después de un incómodo incidente en una cena, Simon se cansa de la conducta extraña de Gordo y de la excesiva cortesía que Robyn ha tenido con él, y le pide que se aleje de su casa y de su familia.

A pesar de esta familiar premisa, el primer trabajo de Edgerton como director, guionista y actor se convierte en un thriller mucho más sofisticado, que no juega sólo la baza del terror psicológico que genera el subgénero de la “Home invasion” al estilo de películas como la Habitación del pánico, Atracción Fatal, La mano que mece la cuna… A partir del retrato anterior, Edgerton, crea un villano de terror mucho más oscuro que el típico “hombre del saco” que perturba con su presencia física e inesperada la paz de un hogar. Y es que la cinta evoluciona hacia un  drama mucho más amplio  en el que Robyn juega una parte crucial, al descubrir que la relación de Simon con Gordon no es tan sencilla como parece ni como su marido pretende mostrársela. De este modo, el guion comienza a desenvolver cuestiones de mayor calado, como la repercusión que nuestros actos del pasado pueden tener el destino de las personas, el cinismo oculto tras el sueño americano o lo nefasto que resulta para un matrimonio la falta de sinceridad entre los cónyuges.

Este giro juega, sin duda, a favor de la tensión de la película que, a pesar de desarrollar todo lo anterior en el segundo acto, consigue dilatarse y llegar al clímax en un espléndido tercer acto en el que no todos los misterios quedan resueltos y en el que no son necesarias las escenas de acción y violencia inverosímiles para lograr un eficaz efecto dramático.

 

 

 

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