Crítica
Público recomendado: +18
El Rey del Barrio, la nueva película de Judd Apatow (Virgen a los 40), nos cuenta el intento de superación de Scott (Pete Davidson), un joven con problemas personales que no le encuentra el sentido a su existencia. El dolor de la pérdida de su padre bombero, que murió cuando tenía siete años, produjo en él un bloqueo mental que le llevó hasta el punto de buscar en las drogas una forma de evasión de la realidad que tanto le disgustaba.
Scott vive con su familia en Staten Island, uno de los distritos más olvidados de Nueva York. Este joven desmotivado pasa los días con sus amigos fumando porros y soñando con convertirse en un tatuador famoso, aunque esto sea algo para lo que no tiene mucho talento. Mientras tanto su hermana pequeña (Maude Apatow) se gradúa en el instituto y se va a la universidad, y su madre (Marisa Tomei) combina dos trabajos como enfermera de urgencias y en un colegio para sacar adelante a su familia. Pero cuando su madre comienza a salir con un bombero todo se pone patas arriba en la vida de Scott, complicando la situación hasta el punto de tener que irse de su casa. Solo así se iniciará un proceso de cambio en el que se reconciliará con su historia personal y la profesión de su padre. De esta manera, acabará por tomar las riendas de su vida para poder hacer algo de provecho con ella.
La historia de Scott se inspira en la propia vida del actor que la lleva a la gran pantalla, Pete Davidson, cuyo padre falleció en los atentados de las Torres Gemelas el 11 de septiembre, mientras realizaba tareas de rescate como bombero. Davidson había pensado con anterioridad hacer una película contando su propia vida tras su salto a la fama como cómico en Saturday Night Live en 2014. Judd Apatow consiguió realizar el guion de este drama con tintes de humor a través de las anécdotas y problemáticas de la adolescencia de Davidson, que dan ese punto de realidad a la ficción que narra el filme.
Las actuaciones de los actores son, sin duda, lo mejor de la película, que peca de un exceso de duración. La historia es buena, pero como viene siendo costumbre en las películas de Apatow (Y de repente tú o Si fuera fácil), su tendencia a alargar ciertas escenas consigue que, lo que podría ser una buena película, acabe aburriendo al espectador.