Crítica
Público recomendado: +13
En Estados Unidos, las obras de autoayuda y la filosofía zen son algo así como el pan de cada día del starsystem. Sus vínculos con líderes espirituales u otras deidades terrenales tiene mucho que ver con lo que tienen que lidiar día a día: el peso de la fama, que a no todos les siente tan bien como el espectador de a pie piensa, lleva a esta gente consagrada a buscar soluciones alternativas o, sencillamente, escapes excéntricos en los que apoyar una imagen pública. Rhonda Byrne, autora del libro en el que se basa la presente película, defiende algo así como la denominada “ley de atracción”, que es, grosso modo, la sensación de acercar a nuestro ser aquello que más ansiamos o anhelamos. La todopoderosa Oprah Winfrey respalda las teorías de la escritora, así como otras celebridades del calado de Jim Carrey. Era cuestión de tiempo que alguien se interesara en adaptar esta obra que, sorprendentemente, se aleja de ese tufillo adoctrinador tan típico en estas producciones buenistas.
La película nos presenta a dos personajes que se ven atraídos por la mencionada ley de atracción: un profesor de universidad y una madre viuda con todos los problemas de manual que uno puede imaginar. Será este profesor el encargado de enseñar esta curiosa filosofía para hacer que todos vean la vida de otra forma. Los diálogos podrían haber sido sacados, sin ningún inconveniente, de alguna obra de un ebrio Paulo Coelho aromatizado de coaching espiritual con la intención de cambiar la vida del espectador en poco más de sus hora y cuarenta de duración. La película es una prima hermana cercana a estas producciones que están surgiendo a mansalva, que desprenden un toque telefílmico de tarde de domingo: películas como Tan distinto como yo, Ending Beginnings o las roncom de Netflix. Películas que técnicamente no conlllevan ninguna dificultad, fáciles de producir y hechas a medida para estos tiempos de pandemia donde, con el tiempo, acabarán sirviendo de relleno en alguna plataforma streaming. Narrativamente es de los más convencional y sencilla, algo que ayuda a su visionado sin forzar en exceso la paciencia del espectador; además que su contenido, respecto al adoctrinador mensaje del libro, es rebajado y accesible para un público amplio y en busca de películas que los hagan sentir bien. Filosofía sencilla y una historia sobre la compresión, la superación y la necesidad del prójimo para salir adelante.
La mayor baza de la película es su actor principal: Josh Lucas. Su carismática interpretación es prácticamente lo que posibilita que la película no se hunda y acabe siendo un entrenamiento insípido, pero de sencillo visionado y donde se pueden sacar algunos valores positivos, como las nuevas oportunidades para empezar una vida llena de gracia. Katie Holmes queda demasiado trillada como madre viuda que intenta sacar su vida adelante, llegándose uno a plantear si la decisión de casting era la mejor; aun así consigue salvar el tipo con una buena interpretación.
En definitiva, una película sencilla, de manual de tarde, con valores positivos y con unas interpretaciones solventes, que consiguen sobrellevar una historia de autoayuda y buenismo. Para espectadores que buscan sentirse bien, sin cuestionarse demasiado las carencias de la propia película.