Crítica:
Público recomendado: Jóvenes y adultos
Ray (Chiwetel Ejiofor) y Jess (Julia Roberts) son una pareja de agentes del FBI que, después del 11 S, en el año 2002, trabajan en el departamento de terrorismo. El departamento, cuya fiscal auxiliar es Claire (Nicole Kidman), se verá fuertemente zarandeado el día en que los dos acuden al lugar del crimen de un homicidio cercano a una mezquita y descubren que la víctima es la hija adolescente de Jess, Carolyn. Trece años más tarde, después de buscar obsesivamente al asesino, Ray cree haber encontrado la pista definitiva que permitiría detener el criminal, darle cierre al caso. Durante su investigación en el tiempo presente, Ray y Claire revivirán sus anhelos románticos del pasado, pero, sobre todo, el primero desvelará un tremendo secreto que muestra los devastadores efectos que los deseos de venganza pueden generar en el corazón humano.
Remake de la película argentina de Juan José Campanella (El Secreto de sus ojos, 2009) ganadora de un Óscar, El secreto de una obsesión constituye un thriller bastante decente y excelentemente defendido por su sólido reparto principal, que cuenta con un guion adaptado en el que ha participado el propio Campanella.
La elección del periodo post- 11S y la época actual para desarrollar el argumento resulta un acierto, ya que, salvando las distancias, puede recordar en algunos aspectos a la época de decadencia e incertidumbre que se vivía en la Argentina post-peronista en la que se ambienta su predecesora. Igualmente, este rasgo de decadencia es transmitido por unos personajes principales (Roberts-Ejiofor- Kidman), cuya trayectoria personal ofrecida a través de los saltos en el tiempo demuestra que prácticamente todos, por unos motivos o por otros (la venganza, la obsesión, la falta de decisión y de agallas para decir la verdad…), han desperdiciado una parte significativa de su vida.
No obstante, quizás sea por el hecho de que ya se conozca la –sólo por primera vez- sorprendente resolución de la historia o que las comparaciones son odiosas, pero lo cierto es que, con todo, la cinta no logra crear la atmósfera constante de amenaza ni el desasosiego que cautivó en su momento.