Drama sobre el colonialismo y la postguerra en el que el atormentado actor William Holden ofrece uno de sus mejores papeles. Se trata de una importante producción llena de exotismo y belleza pero también de pasiones primarias e instintos voraces de supervivencia. La cinta es una profunda reflexión sobre los horrores de la guerra, entendidos estos como la depuración que se emprende después del conflicto cuando se atacaba, acallaba y mataba a los que pensaban de modo diferente, a los que no había terminado de adoctrinar la guerra. Se trata por tanto de un profundo alegato a favor de la libertad de espíritu y la libertad de opinión en donde la fe es uno de los principales motores que permite a la protagonista mantenerse firme y no romper sus convicciones.