Crítica
Público recomendado: +12
Fan. Después de ver esta Emma, uno se declara más fan, mucho más fan de Jane Austen. Vamos a reconocer que las novelas de Austen son todas iguales: chico conoce a chica, se enamoran y hay final feliz. Pero entre medias, ¡oh!, todo está entre medias, y cada novela es un mundo, porque cada personaje es una joya, hasta los tontos y los malos. Estas novelas y las películas que fielmente las siguen (Orgullo y prejuicio, Sentido y sensibilidad, Mansfield Park, Persuasión, La abadía de Northanger…) son como cuentos de hadas, o como odiseas interiores, donde los escollos que van a arruinar la felicidad de los protagonistas salen de todas partes.
Vamos por partes. Principios del siglo XIX. Aristocracia rural de Inglaterra. Emma (Anya Taylor-Joy) es una chica buena, guapa, rica, lista, mordaz, sarcástica y metepatas; cree saber y entender más de lo que realmente sabe y entiende, pero es suficientemente humilde para reconocerlo y pedir perdón, incluso a quien socialmente está por debajo de ella. Vive con su padre, eterno hipocondríaco, que soporta mal entregar a sus hijas al matrimonio y verlas apartarse apenas 10 kilómetros de su mansión.
En su pequeño mundo, Emma se divierte haciendo de casamentera en el pequeño ambiente donde viven, donde las conexiones sociales, y la renta se alzan como verdaderos impedimentos de matrimonio y donde los impulsos del corazón se ven acompañados siempre con las consideraciones acerca de las posibilidades económicas del enlace.
La institutriz de Emma se casa con un viudo, Weston, cuyo enigmático y rico hijo del primer enlace será uno de los protagonistas de esta comedia de enredo; encontraremos a Emma tratando de buscar el mejor marido a una chiquilla de la escuela local, Harriet, tímida, sensible y frágil, pero para quien Emma no cesará de buscar lo mejor. La presencia del reverendo Elton, que busca también esposa es otro de los polos conflictivos. El protagonista masculino es Knightley (Johnny Flynn), un rico pero campechano caballero, amigo de toda la vida de la familia de Emma. Sentimientos, clase social, descendencia legítima, pasiones ocultas, malinterpretaciones… son elementos magistralmente empleados por Austen y extraordinariamente bien empleados por Autumn de Wilde, en esta Emma que es su opera prima.
Para de Wilde, en Emma tenemos la historia de los compañeros y amigos de toda la vida, que de repente se dan cuenta de que están enamorados y no pueden vivir el uno sin el otro. Emma y Knightley no lo saben, pero en medio de las tonterías de Emma, tiene que haber un hueco para ellos. Puede que esta sea la más lírica de todas las versiones. De Wilde escoge una preciosa escena de baile, más centrada en la intimidad de los personajes que en el esplendor del escenario, para mostrarnos esta “nueva comprensión” de los que son amigos de toda la vida y están enamorados sin saberlo. La relación de Emma y Harriet, que es el lugar de las meteduras de pata de Emma, ha sido el eje más trabajado por la Eleanor Catton, la guionista, dándole una total preeminencia, quizá más incluso que en la propia novela.
Enorme acierto la inclusión de la música folclórica, predominantemente vocal, ejecutada por la voz inconfundible voz de Maddy Prior, la gran dama del folk inglés, cantante de la mítica banda Steeleye Span.
Vestuarios, fotografía, peinados son un absoluto deleite y los actores están sensacionales. Knightley, también Emma y su padre, son capaces de hacer avanzar la trama con el más mínimo gesto facial.
Emma, sublime, pero, Knightley… superior. Lo mejor que podemos decir es que se acerca y mucho al Mr. Darcy encarnado por Colin Firth, ojo, palabras mayores. Pero es que las comedias, o dramas, o sátiras, que de todo hay en Austen no se sostienen sin los personajes masculinos, invitados por las grandes damas al centro del escenario a recibir la luz cenital y a ser debidamente escrutados. Knightley es otro ejemplar de los que la raza humana y la raza literaria pueden estar verdaderamente orgullosos. ¡Cómo no adorar a Jane Austen!