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Encanto

Caratula de "Encanto" (2021) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: Todos

Lo mejor de Disney, indudablemente, desde la magistral Coco. Feliz, felicísimo retorno a Hispanoamérica: en esta ocasión, Colombia. Contándonos subyugador relato: hipnótico diseño visual, puñado de macizas y memorables tonadas y una historia con genuino y mágico corazón. En definitiva, cautivadora fábula musical sobre los universales y casi irrompibles vínculos familiares.

La historia de Los Madrigal, morando en la sierra colombiana, la cinta recorre desde los Andes colombianos, hozando el Valle de Cocora, pespunteando el río Quindío, hasta la Región Cafetera, transitando las selvas tropicales. Tal familia vive en un hogar muy especial en un pueblo emplazado en un maravilloso lugar de nombre Encanto. Lugar mágico donde los haya y donde todo infante, en principio, posee un don. Todos salvo una cría llamada Mirabel, inolvidable y orgullosa gafotas, que fue parida “normal”. La niña,  de apenas decenio de vida, intentando “revertir” durante todo el metraje tan “anómala” situación.

Potentes, poderosas canciones: ocho  originales de Lin-Manuel Miranda (creador y estrella original de Hamilton, Broadway). Encanto, por supuesto, contiene algunas de las mejores secuencias musicales de Disney de todos los tiempos. Y todo ello capitaneado por Byron Howard, director de  las geniales Enredados y Zootrópolis: aseguradas las risas. Encanto, tan divertida como ambas joyitas.

Aunque el relato no es del todo redondo, su panoplia de voces deviene sólida y su tono es consistente y elegantemente alegre, muy alegre. Casi cien minutos de pura felicidad, narrándonos cómo las debilidades pueden ser fortalezas, las fortalezas debilidades y cómo el amor incondicional, preferentemente familiar, y la arriscada determinación son infinitamente mejores que la presunta magia cuando se trata de curar a una familia irremediablemente quebrada. Despeñada, pues.

Pura alegría, puro genio, puro optimismo. Aventurera e íntima, tierna y ubérrima, dulce sin llegar al empalago, deliciosa y desenfrenada (con sutiles toques de screwball comedy), colorida como pocas. Entrañable, pues. Pureza narrativa, vigorosa energía, Encanto nos recuerda que todos los seres humanos somos únicos e irrepetibles. Algunos con unos dones, otros con otros. A veces inapreciables a simple vista. Otras, no.

¿Su mayor defecto? Acertaron, lo de siempre. El engorroso y omnipresente toque feminazi. Mejor expresado, femibolche. Cual apócrifa secuela de Frozen, a veces pareciese supersticiosa fábula sin magia alguna de empoderadas chicas/heroínas al poder. Ufff. En fin.

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