Crítica:
Público recomendado: Jóvenes
Hay dos tipos de remakes equivocados, los que caen en el exceso (Pyscho) y los que se despeñan en los defectos.
Enganchados a la muerte es de esta última clase de películas. Como es sabido, el film original no fue más que una cinta resultona de goce pasajero y efímero sujeto a una época muy concreta. En 1990 el cine de terror no atravesaba su mejor momento y una cinta como Línea mortal era lo más parecido a pasar un poco de miedo en una sala de cine repleta de adolescentes. Su propuesta era inquietante y su director, Joel Schumacher, que aún estaba por demostrar sus mejores y sus peores virtudes, todavía se regodeaba en su tendencia hacia el videoclip lo que le terminó sentándole bien a esta película a la hora fantasear sobre la difusa línea que separa la vida y la muerte.
Sin embargo, repetir esta triple carambola era por definición muy complicado aunque se hayan seguido derroteros similares. Como en la cinta original se llamó a un guionista más bien malo, en este caso Ben Ripley, responsable de libretos infames como los de Species III y Species IV. Y como en la película de Schumacher se reclutó a un director mediocre de éxito inesperado como es el caso de Niels Arden Oplev, un curtido realizador de la televisión danesa que logró llamar la atención de algunos despistados con la insípida Millenium. Los hombres que no amaban a las mujeres.
El resultado de semejante combinación de ingredientes no podía traer nada bueno de modo que en el fondo tampoco deberíamos escandalizarnos. Si la base de partida era frágil y las herramientas empleadas para levantar el edificio de dudosa calidad, el resultado nunca podía ser bueno, ni si quiera estimable. Dejando a un lado la banalización que se hace de la muerte Enganchados a la muerte es para colmo un calco, casi escena por escena, del film original, arriesgándose muy poco, por no decir nada, con respecto a la película de los noventa.
El objetivo parece claro, conseguir un éxito moderadamente barato (20 millones de presupuesto sigue siendo mucho dinero) con una historia ya hecha pero a buen seguro desconocida por buena parte del público hacia el que está destinada esta película.
Moraleja. Hay que ver más cine, incluso malas películas para que cuando a algún iluminado se le ocurra hacer un remake, no ir a verla.