Ennio, el Maestro

Crítica

Público recomendado: +14

De modo absolutamente natural, el documental sobre Ennio Morricone no puede dejar de ser un documental sobre historia del cine, sobre historia de la música del siglo XX y una reflexión magistral sobre la composición, el arte, el genio y la creación artística. Poco más se puede entregar en los 150 minutos que dura la película.

Morricone forma parte de los genios exuberantes, aquellos cuya producción es desbordante, que abarca géneros distintos y hasta contrapuestos, recorre todas las épocas absorbiendo ideas, trayendo conceptos del pasado, sembrando influencias para el futuro, y en todo ello, gozando del éxito de crítica y de público. Forma parte del selecto grupo de genios que mezclan lo culto y lo popular, y que nunca dejan de producir y crear, artistas como Picasso, Bob Dylan, Norman Rockwell, y tantos otros.

Su vida musical comienza de la mano de su padre, trompetista, que le inicia en el instrumento. Luego su formación clásica, le pone rumbo a la música clásica, pero a la composición académica. Sus primeros pasos en el cine llegan tras mucho trabajo como arreglista y compositor de artistas pop, de música para TV, etc. Y surgirá un conflicto con su generación de maestros, entre la “honestidad” de la dedicación a la música pura, académica, y la música “degradada”, la música del cine. El debate hoy puede parecer absurdo y superado, pero en generaciones pasadas, donde la enseñanza de la música llevaba un rigor y una formalidad estrictísimas, los pasos a dar hacia la música del cine no eran comprendidos por todos.

El documental va de emoción en emoción, siguiendo un patrón cronológico lineal, básico y sencillo que funciona a la perfección. La composición de las piezas más emblemáticas va siendo contada por los directores de cine que trabajaron con Morricone y por él mismo, en un simpático montaje en que van tarareando con sus feas y cascadas voces superpuestos a la música real, con las imágenes de la película. Presente y pasado, recuerdo y eternidad de memorables frases musicales que hoy son ya parte de nuestra historia y de nuestro inconsciente colectivo: El bueno, el feo y el malo, Érase una vez en América, Cinema Paradiso, Los intocables, La Misión…

Especialmente discreta, pero presente en el film, es la figura de su mujer, fiel compañera, sostén y protectora del genio de su marido, mujer de esa generación o generaciones que ocupó un segundo plano, pero sin quien Morricone no hubiera sido quien fue; entre otras cosas, por ser la primera crítica de sus obras, en las primeras fases de la creación. La lista de los entrevistados es simplemente impresionante, sin faltar compositores como John Williams, actores como Clin Eastwood, o directores como Sergio Leone, u Oliver Stone.

Si el relato es fiel y lineal, la valoración final es soberbia. Morricone es un misterio, es un sacramento. Solo el tiempo lo dirá, Time will tell, si se alzará al pedestal que hoy ocupan Mozart, Beethoven, Bach, etc. Pero lo cierto es que “incluso si estás en lucha con la idea de Dios, escuchas la música de Ennio y te hace pensar que debe haber algo”. Así es, “el Dios de la música habla a través de él, como si lo poseyese”. Porque en la historia de Morricone hemos visto que abrazó con su música todo lo bueno y lo malo, hasta lo feo, de la naturaleza humana, hasta alzarla y devolverla a Dios.

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