Crítica
Público recomendado: +16
Después de su debut con Concursante (2007), el director español Rodrigo Cortés empezó una prolífica carrera internacional, con títulos como Enterrado (2010) o Luces rojas (2012). Ahora vuelve por primera vez a rodar en español, aunque con la producción de Martin Scorsese.
Escape se basa en una novela de Enrique Rubio, y cuenta la historia de Ene, un hombre con problemas mentales, que vive en un estado depresivo desde que perdió a su mujer. Ene quiere renunciar a su libre albedrío, ingresar en prisión y poder vivir sin tener que tomar decisiones. Para ello empieza a cometer delitos, siempre sin hacer daño a nadie, pero acabar en la cárcel no es tan sencillo como parece.
No cabe duda de que la historia de Escape tiene cierta originalidad, y de esa curiosidad surge el interés que la sostiene al menos durante el primer tercio, a pesar de una cierta reiteración en lo que cuentan las escenas. Pero una vez que el protagonista logra su objetivo, la película parece avanzar sin un rumbo narrativo claro, y acaba haciéndose larga y tediosa.
Existe otro problema serio, y es una indefinición en el tono. Hay cineastas que logran mezclar tonos y géneros de un modo elegante y coherente. No es el caso de Cortés en esta película, que parece dar bandazos entre el drama social, el thriller y una comedia esperpéntica que resulta totalmente fuera de lugar junto a los otros elementos. Con alguna excepción, da la sensación de que todos los personajes tienen que ser estrafalarios o estar desquiciados, cuesta mucho creerse las situaciones a pesar de contar con actores de reconocido prestigio. Mención aparte merece el protagonista, interpretado con cierto mérito por Mario Casas. Pero inevitablemente, es un personaje con el que cuesta empatizar y que se hace muy cargante.
El aspecto visual, con una fotografía oscura y granulada, y mucha cámara en mano, parece jugar en la clave del drama realista, pero como hemos referido, el tono disparatado de muchos momentos dinamita ese trabajo estético.
El subtexto de la historia podría haber sido muy rico, con un protagonista cuyo sentimiento de culpa le lleva a renunciar a su propia identidad y libertad, pero se queda todo en aspectos superficiales, y se renuncia a todo atisbo de esperanza.
En definitiva, una película con un buen nivel de producción y factura, pero que naufraga narrativamente, fallando en el primer cometido que toda película debe cumplir: entretener.
Federico Alba