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Espías con disfraz

Caratula de "Espías con disfraz" (2019) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: Familiar

El superagente Lance Sterling es la estrella de su agencia: resuelve cada caso con efectividad, carisma, elegancia y excesiva autoconfianza, hasta que se ve obligado a limpiar su nombre y recuperar un artilugio, en cuyo robo le ha implicado un poderoso villano. Para lograr su objetivo acude al joven Walter Beckett, un brillante, -aunque patoso científico-, que posee una fórmula para hacerlo invisible. Pero las cosas no ocurren como el espía esperaba, ya que gracias a su impaciencia se bebe otro preparado que lo convierte en paloma, por lo que debe seguir con su misión junto al chico, quien lo crispa por su constante idealismo y torpeza, mientras encuentran un antídoto que lo devuelva a su estado real.

Cinta entretenida y espectacular, en el más puro estilo de las películas de James Bond, esta historia contiene un perfecto equilibrio entre fantasía, comedia, aventuras, acción y buenas intenciones, si bien no se trata de una propuesta muy original. El guion, basado libremente en el cortometraje, Pigeon: Imposible (Lucas Martell, 2009), bebe de las convenciones del género de espías, mediante una trama de compañeros, opuestos que terminan entendiéndose y creando una amistad a prueba de balas. La unión de estos personajes facilita el tratamiento superficial, pero loable, de asuntos que en su fondo apelan al pacifismo: intentar ser la diferencia, comprendiendo al adversario y siendo lo suficientemente valiente como para ser distinto, en una forma positiva, combatir con ternura la violencia… Asuntos que, como no, son encomiables.

Encabezan este proyecto Nick Bruno (Río, 2011, The Peanuts Movie, 2015), quien debuta en la dirección, y Troy Quane (Los pitufos cuento de navidad, 2011), quien firma su primer largometraje. Ambos hacen un trabajo más que solvente en este filme de factura brillante: secuencias de acción llenas de ritmo, tensión, ingenio y humor. Muchas de ellas cargadas de referencias a películas como Kill Bill V. 1 (Tarantino, 2003) o Spider-man, lejos de casa (John Whatts, 2019). La animación también está muy lograda, incluyendo, en el diseño de personajes, la similitud entre Sterling y Will Smith, quien le presta su voz al personaje en la versión original, mostrando una vez más la fuerza que tienen los trazos en la comunicación de emociones dentro de la animación.

En suma, este largometraje, el último producido por Blue Sky Studios para Fox, antes de que Disney Company comprara a la división de entretenimiento de Murdoch, resulta una opción entretenida y sin pretensiones para estos días llamados a pasarlos en familia.

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