Crítica:
Comedia protagonizada por Lina Morgan y Arturo Fernández cuatro años después del éxito de La tonta del bote y cuando ambos estaban en la cima de su popularidad. Aunque es una comedia de carretera y que tiene una trama melodramática ciertamente folletinesca a la que se une la subtrama de la huida del banco, es una lástima que la resolución final de ambos conflictos el amor de la pareja y el atraco- se resuelvan de una forma tan acelerada. Con todo, está llena de momentos estelares del cine de la época como la escena en que Lina Morgan hace de mimo en el circo, sencillamente única. Todas las películas de Lina Morgan tenían varios elementos en común que confluían en ella: un cierto tono gamberro y picante, una mujer vapuleada por la vida que sin embargo mira con optimismo el futuro y el gran corazón que le mueve a acometer todos sus actos con bondad. Este buenismo ramplón y algo ñoño es más propio del género que ella misma consagró de que una época por lo que ha quedado algo anticuado. Sin embargo hay cosas en ese buenismo que son de agradecer.