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Fiesta de empresa

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes-Adultos

La distribuidora Entertainment One Films Spain lleva a las salas de cine Fiesta de empresa, nítido e insípido subproducto comercial, que en lugar de no estrenarse y hacer un favor al espectador, se prodiga -como otras comedias baratas al uso- como edificante película navideña sin que contenga elementos relacionados con la Navidad.

Fiesta de empresa sigue los pasos de Carol (Jennifer Aniston), directora ejecutiva de una gran empresa, y ahora tiene un conflicto profesional que involucra a su familia: el departamento del que es responsable su hermano Clay (T. J. Miller) no parece ir muy bien, así que desgraciadamente tendrá que cerrarlo. Para evitar su despido, Clay y sus compañeros deciden llevar a cabo un ingenioso plan: van a organizar la mejor fiesta de Navidad de la historia. Así podrán impresionar a un cliente y evitar el cierre de su división.

De nuevo, a los directores de cine americanos, Josh Gordon y Will Speck, se las ha vuelto a ir de las manos este trabajo fílmico, con más ingredientes de mezquindad, zafiedad y ruindad que se hayan visto en los últimos tiempos. O al menos en películas con un acabado tan deficiente como el que despacha Fiesta de empresa. Y lo más llamativo es que ambos fueron candidatos al Oscar en 1997 por su corto de ficción Culture.

Pero lo peor del filme es que quiere darse suficiente notoriedad argumental a partir de un guión que jamás se preocupa de ese tema, es decir, de hacer una fiesta que no acabe como todas las pelis de fiestas al uso del estilo Resacón en Las Vegas (Todd Phillips, 2009). Si acaso, Fiesta de empresa intenta, puntualmente, darle visos de verosimilitud a la trama para que el espectador conecte con la comedia inteligente, pero siempre se le va de las manos y, como si de una montaña rusa se tratara, el filme sube y baja escupiendo chistes con poca gracia, con un personaje que se viste de Jesucristo -al que no le faltan otros gags de peor tono-, por ejemplo, y ese cinismo en segundo plano que consiste, por norma, en reírse de la desgracia ajena con total parsimonia. Lo más parecido a una versión cutre de Mi gran noche (Álex de la Iglesia, 2015). Y con estos mimbres es difícil que la cinta se haga respetar, porque no es de esas películas que da lo que ofrece, no. En ella, los directores han pretendido regular el desfase con que parte la historia y el resultado final es que la película hace aguas por todos los sitios. Y es esa, precisamente, la trampa prevista para el público que desee ir a ver el filme.

A pesar de que su vaciedad es abrumadora -el Ministerio la propone para mayores de 12 años- Fiesta de empresa es rítmica, cuenta con un equipo de actores que cumple bien con sus roles y que se deja hechizar en películas como ésta, una de tantas en lo peor de la filmografía de cada uno. Tal vez la presencia más ecuánime y determinada de Jennifer Aniston salve los muebles. Porque, ciertamente, no encuentro mejores argumentos para dar por competente esta ligera película, exclusiva de cine palomitero.

 

 

 

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