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First Cow

Caratula de "First Cow" (2020) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +13

Se estrena la nueva película de Kelly Reichardt, una de las directoras más prometedoras del cine independiente norteamericano. First Cow luce los rasgos de estilo que Reichardt ya mostró en sus películas anteriores, una narración minimalista pero muy centrada en el factor humano, y ha recogido una buena cosecha de premios.

Cookie es un colono que llega al estado de Oregón en 1820, como cocinero de unos tramperos que quieren vender unas pieles. Cookie encuentra en el bosque a King-Lu, un inmigrante chino cuya vida corre peligro. El cocinero le ayuda, y a partir de ahí se forja una amistad conmovedora en un entorno hostil.

First Cow comienza con un prólogo en principio desconectado de la trama principal: ambientado en la actualidad, una chica que pasea por el bosque descubre dos esqueletos enterrados. Uno de ellos tiene la mano posada sobre la del otro. Una simple imagen que transmite la idea detrás de esta historia, la amistad como vínculo que saca al ser humano de sí mismo, y sugiere una perspectiva trascendente de su propia naturaleza.

Después nos presentan la historia de Cookie y King-Lu, dos hombres que en principio tienen muy poco en común, pero un simple acto gratuito de humanidad los unirá para siempre en una amistad que también se convierte en convivencia y relación profesional. La película no se queda en la anécdota de la amistad entre dos razas, una tentación simplista en la que suele caer el cine americano supuestamente comprometido. Kelly Reichardt pretende establecer que esa mezcla racial y cultural ha estado presente desde la fundación del país, pero no hace hincapié sobre ello. Por suerte, su mirada no es ideológica, sino humana.

Estamos ante una película de pequeños momentos, gestos, actos cotidianos, que van desentrañando el carácter de los personajes y su relación sin aspavientos ni sensiblería. Sin duda el ritmo y la narración minimalista puede suponer un problema para algunos espectadores, pero si uno se deja llevar la experiencia resulta muy enriquecedora. Como ejemplo, esos momentos en los que Cookie acaricia y habla cariñosamente con la vaca a la que ordeña clandestinamente resultan simplemente enternecedores y reveladores del interior más puro del personaje.

La película puede entenderse como una crítica al capitalismo más deshumanizador, pero en cualquier caso lo hace sin soflamas ni manipulación maniquea. La mirada de Reichardt no juzga a ningún personaje, ni siquiera los que realizan las acciones más reprobables.

Una película hermosa y sutil para unos tiempos convulsos y desquiciados en su país de origen. Pero sobre todo, un relato humano y positivo sobre la amistad que conviene no perderse.

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