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Footloose (2011)

Caratula de "Footloose" (2011) - Pantalla 90

Crítica:

Público Recomendado: Jóvenes

Como parte del revival de los 80 en el que Hollywood nos lleva sumergiendo los últimos años, le toca el turno al remake de Footloose, película de 1984 que dio a conocer a Kevin Bacon, y que se convirtió en una especie de emblema generacional, reconocible sobre todo a través de su banda sonora.

La trama es prácticamente idéntica al film original: en un pequeño pueblo del medio oeste americano, unos jóvenes mueren en accidente tras una fiesta. Ante la tragedia, el Ayuntamiento (a propuesta de su reverendo protestante) aprueba unas leyes restrictivas que prohíben la música moderna, el baile y cualquier reunión juvenil. Tiempo después llega al pueblo Ren McCormack, un joven que adora la música y bailar, y que desafiará las leyes, iniciando además una relación con Ariel, la hija del reverendo.

Al igual que en el Footloose original, la nueva versión intenta seducir al público joven a través de secuencias de baile protagonizadas por chicos y chicas de enorme atractivo físico, así que la fórmula no tiene demasiado ingenio. Por otro lado, la historia juega al principio al  maniqueísmo: muestra unos padres y autoridades civiles y religiosas cerriles e intolerantes, frente a la vida que desprenden a borbotones los jóvenes protagonistas. El protagonista, Ren, es un prototipo de “rebelde sin causa” de libro, con lo que sus roces con el reverendo, la policía, los profesores, etc., se aprovechan para que el público se identifique con él por el camino más fácil.

Sin embargo, la película va ofreciendo una perspectiva algo más amplia, y muestra cómo los jóvenes del pueblo, debido a la educación restrictiva recibida, acaban desviándose precisamente hacia los excesos en sus comportamientos lúdicos y sexuales. Es interesante entonces comprobar cómo el “rebelde” Ren encauza a la hija del reverendo, haciéndole ver que existe la opción de divertirse sin necesidad de recurrir a la bebida, las drogas o el sexo, que conducen hacia una sensación de vacío. También hará ver a los adultos que la alegría y el baile no sólo son compatibles con la Biblia, sino que incluso pueden reforzar su mensaje.

Por lo demás, la película está rodada de forma correcta, con especial protagonismo de los momentos musicales, pero no logra trascender de la mediocridad de su planteamiento narrativo. Los actores jóvenes no tienen demasiado carisma, pero cumplen con el expediente, y son los veteranos Andie Mac Dowell y sobre todo un espléndido Dennis Quaid los que elevan el nivel interpretativo.

En definitiva, un remake innecesario de una película que tenía más sentido en plena época Reagan, y que sin duda atraerá a los que gusten de productos tipo High School Musical. Además, el mensaje acaba siendo positivo, así que a pesar de no destacar por lo cinematográfico, el nuevo Footloose puede ofrecer un sano entretenimiento juvenil.

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