Crítica
Público recomendado: +16
Warner Bros. sigue a toda vela con su ‘monsterverse’, a saber, una franquicia y universo cinematográfico compartido centrado en una serie de películas de monstruos protagonizadas por Godzilla y King Kong. Películas a cada cual más grande, más ruidosa y con mayor nivel de destrucción. Pobres humanos para lo que hemos quedado…
Esta vez el todopoderoso Kong y el temible Godzilla se enfrentan a una colosal amenaza desconocida escondida dentro de nuestro mundo. La nueva entrega profundiza en las historias de estos titanes, sus orígenes y los misterios de la Isla Calavera, mientras descubrimos la batalla mítica que ayudó a forjar a estos seres extraordinarios y los unió a la humanidad para siempre.
Una vez me dijo mi padre que, hace muchos años, leyó una crítica de la película El hijo de King-Kong que decía tal que así: “Cuando un hombre adulto, maduro y en su sano juicio va a ver una película que se llama El hijo de King-Kong, sabe perfectamente lo que va a ver”. Pues me va a permitir el lector que, casi palabra por palabra, la repita: “Cuando un hombre adulto, maduro y en su sano juicio va a ver una película, dentro del ‘monsterverse’, que se llama Godzilla y Kong: El nuevo imperio, sabe más que perfectamente lo que va a ver”. Porque es exactamente lo que pasa en esta nueva entrega.
Estamos ante la quinta película de la saga tras Godzilla (2014), Kong: La isla calavera (2017), Godzilla: rey de los monstruos (2019) y Godzilla vs. Kong (2021). Dirige Adam Wingard, responsable del filme de 2021, y esta vez ha decidido darles todo el protagonismo posible a todas las bestias andantes no humanas además de ofrecernos una agradecida vuelta por el globo terráqueo: aparecen sitios tan hermosos como Roma, Cádiz, Gibraltar o Río de Janeiro, aunque por desgracia casi todos sufran gran destrucción por los monstruos.
Al menos el espectáculo visual y sonoro justifica la asistencia al cine ya que se ha procurado que los efectos especiales sean de última generación y logren que los animales transmitan muchísimo con la mirada y los gestos, sin necesidad de hablar, aunque llegadas las batallas éstas saturen al espectador y pueda perderse entre tanto golpe, salto y destrucción en masa. Pero qué más da, lo importante es ver a las bestias buenas sacudiendo de lo lindo a las malas, sin más. Bueno, sí que hay algo más, y es el sentido del humor y los guiños frikis, que ayudan a desengrasar de cuando en cuando, cosa que se agradece.
Lo dicho, uno sabe lo que va a ver y, si no le pide más, lo disfrutará de buen agrado mientras vuelve a ponerse a la espera de la siguiente película que traiga de vuelta a los monstruos y sus interminables peleas.
Miguel Soria.