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Gorrión rojo

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: adultos

Las dos caras de la moneda del cine sobre espionaje son, por un lado, las entretenidas y dinámicas adaptaciones de las novelas de Ian Fleming y su mítico James Bond y, por otro, las adaptaciones, por ejemplo, de las novelas de John le Carré, pues casi nunca, aunque hay excepciones, ha tenido la fortuna suficiente cuando alguna de sus obras se han llevado a la gran pantalla.

Tal vez porque es demasiado realista y algunas tramas no se entienden del todo bien y resultan insufribles. Quizás se deba a que la vida de un espía no debe ser casi nunca demasiado divertida, salvo en momentos o situaciones puntuales de gran estrés.

El cineasta Francis Lawrence, autor de la mejor saga juvenil de los últimos años como Los juegos del hambre y de producciones interesantes como Soy leyenda, adapta la novela de Jason Matthews con la ayuda del guionista Justin Haythe. Para ello, el cineasta se ha sabido rodear de un importante elenco de actores donde destacan Joel Edgerton, Jeremy Irons, Charlotte Rampling y, por supuesto, la actriz fetiche del realizador, Jennifer Lawrence que es, para nuestro gusto, una de las mejores actrices jóvenes del panorama internacional.

El director rompe los tópicos que dicen que una película de espionaje, basada en la realidad, tiene que ser aburrida, dotándole de cierto dinamismo, teniendo en cuenta las limitaciones. Tienes la sensación de que lo que estás viendo podría coincidir con lo que se escondía tras el Telón de acero. Sin embargo, a pesar de no coincidir con algunos críticos de cine, creo que la trama se entiende razonablemente bien, algo nada habitual en el género del espionaje. En contraposición con lo positivo, se insiste en escenas de contenido sexual morboso para contar como los servicios secretos rusos preparaban a chicas guapas para convertirlas en maestras de la seducción para conseguir información valiosa sobre otros países. Por otra parte, se hace un uso desagradable y demasiado gráfico de la violencia, no apta para todos los públicos y estómagos, aunque sin llegar al gore.

La película permite reflexionar sobre cómo la KGB soviética y los actuales herederos del comunismo atentan contra la libertad y la dignidad de la mujer al convertir a esas muchachas en prostitutas al servicio del estado. En ese sentido, se podría considerar un largometraje de denuncia, en la que el espía americano tiene cierta ética profesional, percibiendo que ha recibido una educación sana e íntegra que le permite pensar y sentir

por sí mismo. Este planteamiento de vida choca con la falta de escrúpulos que caracteriza a ese tipo de países que no respetan los valores de la democracia. Nos ha gustado el personaje de la madre porque, conocedora del chantaje al que se ve sometida su hija que quiere proteger a su progenitora, mayor y enferma, para que no le quiten la medicación; aconseja a su hija que no se corrompa del todo y que no pase todos los límites frente a los que atentan contra los derechos de las personas, coartando su libertad.

 

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