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Gracias a Dios

Caratula de "By The Grace of God"

Crítica

Público recomendado

El cardenal y arzobispo de Lyon Philippe Barbarin fue condenado recientemente a 6 meses de prisión exentos de cumplimiento por haber ocultado abusos a menores por el cura Bernard Preynat. Antes de esta sentencia, el director francés François Ozon (Ricky, Ángel, Bajo la arena…) había acabado el filme Gracias a Dios, que ganó el Oso de Plata de la última Berlinale, donde expone los casos de pederastia realizados por el cura Preynat y que fueron denunciados por la Asociación de Víctimas La Parole Liberée (“La palabra liberada”).

El filme, cuyo guion es del propio Ozon, realiza un reportaje dramatizado de los hechos que llevaron a Alexandre Guérin (Melvil Poupaud: Frente al mar, El gran juego, Los casos de Victoria…), padre católico de cinco hijos, a desvelar los abusos que él había sufrido cuando era niño del sacerdote pederasta. En una reunión con este en una oficina de la Iglesia, a la que asiste una psicóloga católica, obtiene el reconocimiento por parte de Preynat de esos abusos, al tiempo que se autojustifica como una víctima de una enfermedad incontrolable a pesar, dirá, de asistir a numerosas terapias para extirparla.

Alexandre inicia un camino, apoyado por sus hijos y mujer, para encontrar a otras víctimas del pederasta, que pronto saldrán a la palestra. Al tiempo, se entrevistará con el cardenal Barbarin, quien comprende y alienta las demandas del padre de familia.

El filme, que ostenta un ritmo dramático poderoso, enfila la decisión de Alexandre de encontrar a otros que padecieron su misma experiencia en los scouts, como Francois Debord (Denis Ménochet: La bailarina, Norfolk, Un héroe singular…) o Emmnanuel Thomassin  (Swann Arlaud: Tímidos anónimos, Crawl, El hombre que ríe…), un superdotado epiléctico. Más tarde, llegarán otros sometidos a abusos por el cura Preynat, y formarán la asociación aludida más arriba.

Una equilibrada dirección de actores de Ozon —con la elección de personajes de creencias e ideologías distintas— favorece la verosimilitud de la película, que huye de posiciones extremas. La fotografía de Manuel Dacosse y la música de Evgueni Galperine y Sacha Galperine, menos determinante, ayuda también a este clima sopesado.

Para los cristianos, es terriblemente entristecedor que sacerdotes hayan actuado así, pisoteando la confianza de niños y jóvenes aprovechándose de ellos y causándoles heridas profundas. Habrá quien sostenga, dentro de la Iglesia, que hay una campaña orquestada contra esta y, en no le faltará razón en algunos casos. Con todo, el Papa Francisco ha agradecido a los medios de comunicación que visibilizan esta lacra y les anima a seguir denunciando. Para los católicos, es conveniente aventar estos atropellos que causan mucho dolor en quienes las padece —niños y jóvenes—.

Por otro lado, aunque sea con una puntual relevancia menor, Ozon también recoge el testimonio de una mujer, víctima de una agresión sexual cuando era niña por parte de un amigo de sus padres, que visibiliza que estos atropellos se están dando en la familia y en otros ámbitos sociales, como nos informan los medios diariamente.

Por su parte, el director francés subrayó en la recepción del Oso Plata de la última Berlinale: «Normalmente debería dar las gracias al equipo de la película, al jurado y a Dieter Kosslick por este premio, pero discúlpenme, en este caso solo daré gracias a Dios» y terminó con una declaración de intenciones: «No sé si el cine puede cambiar el mundo, pero sí puede ayudarnos a entenderlo mejor».

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