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Hannah Arendt

Hannah Arendt

Público recomendado: Jóvenes

Margarethe von Trotta sigue con su retrato de personajes femeninos; tras presentarnos a Hildegard von Bingen o Rosa Luxemburgo en anteriores trabajos la elegida es en esta ocasión Hannah Arendt (1906-1975), interpretada por Barbara Sukowa.

http://www.youtube.com/watch?v=ltPGfCssQD0

La película se centra en un hecho decisivo que marcó la vida de Arendt. Se encuentra exiliada en Nueva y es enviada a Jerusalén por el periódico The New Yorker para cubrir el juicio del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, el cual será condenado a muerte (1962). Los artículos se publicarán periódicamente y darán lugar al libro titulado “Eichmann en Jerusalén”. Hasta aquí un relato que podría ser uno de tantos, y dar lugar a una película de tantas. Pero el seguimiento de este juicio le llevó a Hannah Arendt a formular una tesis filosófica (moral, política) que podemos considerar entre las más brillantes y desafiantes del siglo XX: la tesis de la banalidad del mal. El interés de esta película reside en que nos muestra el surgimiento de esta tesis así como la polémica que provocó, y el conflicto que vivió la propia Arendt. No se limita el film a ejemplificar o ilustrar la tesis, sino que nos la presenta con toda su fuerza. De esta manera, la que podría ser una simple película biográfica se convierte en una película arriesgada.

La película se construye en torno a esta tesis; sobre ella girarán los avatares biográficos de Arendt. El ritmo de la película es consistente, mantenido por la fuerza de la interpretación de Barbara Sukowa, la cual capta perfectamente el conflicto que vivió Arendt. A pesar de ser una película filosófico-política se mantiene la intriga, se mantiene la tensión argumentativa, y los avatares biográficos desfilan en torno a un guión bien construido. Quizás se podría haber prescindido de los flash-backs que nos retrotraen a la juventud de Arendt. En ellos se cuenta básicamente la relación amorosa con Heidegger. No aportan nada al desarrollo de la trama, la figura de Heidegger es casi ridícula y son retrospecciones demasiado almibaradas. La figura de Heidegger ya está suficientemente referida en otros momentos de la película como para hacer saber al espectador la importancia que tuvo en la vida y en la filosofía de Arendt. Especial atención merece la presencia de otro de los grandes filósofos del siglo XX: Hans Jonas (El principio responsabilidad). Amigo de Arendt desde la juventud, será reflejo del drama que vivió Arendt. Como todos sus amigos judíos se emocionaron al saber que Arendt estaría allí, en Jerusalén, en el juicio que condenaría a uno de los mayores criminales del siglo XX y responsable del genocidio del pueblo judío. Lo que no esperaba Jonas era que su amiga del alma se forjaría una idea muy distinta de Eichmann.

Jonas advierte varias veces a Arendt de que será testigo de un acontecimiento histórico y que tiene que dar cuenta de lo que representa Eichmann. Pero Arendt lo que quiere es comprender, no juzgar, ni tan siquiera explicar, sólo comprender (esté será uno de los “lemas” de su filosofía). Este afán de comprensión es lo que nos muestra la película.

Pero, ¿cuál es la tesis de Arendt? ¿Qué es eso de la “banalidad del mal”? No quiere decir que el mal sea algo banal, sin importancia, trivial o insustancial. Lo que quiere decir es sencillamente que Eichmann no era un ser perverso, demoniaco o, simplemente, una “personalidad malvada”, sino que era sólo una persona que obedecía órdenes; era una persona normal, como cualquiera (“incluso estaba resfriado”, comenta con cierta gracia Arendt en un momento de la película).  Hizo todo lo que hizo por no pararse a pensar en lo que hacía, por pura y simple irreflexión. No es que fuera estúpido, pero no se le podía aplicar lo que todo el mundo estaba diciendo de él: un criminal, un espíritu perverso, un antisemita, un genocida. Para Arendt se trata nada más, y nada menos, que de un “buen” padre de familia que era obediente, y que se limitaba a obedecer órdenes –¡y la obediencia es una virtud muy admirada!–.

Fue (y sigue siendo) una tesis muy atrevida que provocó el escándalo y el rechazo de todo el mundo judío, incluso sus propios amigos la rechazaron (paradigmático es el caso que antes mencionaba de Hans Jonas). Y pese a todo, Arendt se mantendrá firme en su convicción, en su afán de comprender; la película nos mostrará magníficamente a una mujer que es hasta cierto punto arrogante y, al mismo tiempo, vulnerable y llena de dudas.

Podríamos decir que la película es brillante en la medida en que logra hacernos ver que hay momentos en la vida (y son más frecuentes de lo que parece), en que nos jugamos nuestra moralidad, nuestra altura humana, y que tanto Arendt escribiendo sobre Eichmann como el mismo Eichmann decidiendo sobre el exterminio de los judíos se encuentran ante problemas morales que hay que afrontar. El error moral de Eichmann fue negar su propia responsabilidad, negar su propia autonomía, y delegar en otro sus propias acciones. Se limitaba a hacer “lo que hay que hacer”; se trata de una moral puramente convencional, que en el fondo (esta es la gran tesis de Arendt, ¡y de Kant!) es ser inmoral. Arendt también tiene que tomar una decisión: ¿hablar de Eichamnn como lo exige la propia tradición judía, como lo esperan sus propios amigos, hablar de una forma convencional, o arriesgarse a expresar su propia convicción, su forma de comprender? La opción de la filósofa será la defensa de su  propia convicción, ejercitar su propio pensamiento, más allá de lo que “otros” digan, de una manera responsable y autónoma.

Arendt fue capaz de arriesgarse y la película nos muestra ese riesgo. Me atrevería a decir que si bien la respuesta de Eichmann ejemplifica la tesis de la “banalidad del mal”, la decisión de Arendt podría representar la “banalidad del bien”; con esto quiero decir que también pertenece a nuestra humanidad actuar responsablemente, y eso no supone ningún heroísmo, sólo actuar reflexivamente. Al que acaba de realizar una acción que calificamos de “heroica” –y lo llamamos “héroe”–, se le suele preguntar por lo motivos de su acción, y suele responder: “Sólo hice lo que haría cualquier persona”. Este “cualquier persona” es el lugar de la “banalidad del bien”, como también de “la banalidad del mal”.

La película es una invitación al pensamiento, al diálogo, a la reflexión. Saldremos del cine, y nos preguntaremos: ¿tiene razón Arendt? Precisamente, al hacerlo y no simplemente admitir su juicio, estaremos compartiendo el mismo afán que movió su vida y su obra: el afán de comprender. La película es capaz de hacernos partícipe de este afán, de este riesgo que es vivir reflexiva y responsablemente.

Tomás Domingo Moratalla

 

Fichas técnica:

Hannah Arendt

Alemania, 2012

Directora: Margarethe von Trotta

Guión: Pam Katz, Margarethe von Trotta

Intérpretes: Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julia Jentsch, Ulrich Noethen, Michael Degen, Nicholas Woodeson, Victoria Trauttmansdorff, Klaus Pohl

Duración: 113 min

Género: Drama

 

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