Crítica
Público recomendado: familiar
El brasileño Carlos Saldanha ha tenido mucho éxito en el séptimo arte gracias a sus muy divertidas Ice Age, Rio o Robots, y se nota que se lo pasa en grande con la animación (recordemos que es una forma de hacer cine, no un género). Ahora prueba con la imagen real adaptando el libro Harold y el lápiz mágico de Crockett Johnson y logra una estupenda apuesta familiar llena de imaginación, creatividad y buen ritmo.
Dentro de su libro, el aventurero Harold (Zachary Levi) puede hacer que cualquier cosa cobre vida simplemente dibujándola. Cuando crece y se dibuja a sí mismo fuera de las páginas del libro en el mundo verdadero, Harold descubre que tiene mucho que aprender sobre la vida real, y que su fiel lápiz mágico puede desencadenar las travesuras más divertidas que jamás hubiera imaginado. Cuando el poder de la imaginación sin límites cae en manos equivocadas, Harold y sus amigos necesitarán toda su creatividad para salvar tanto el mundo real como el suyo propio.
Saldanha ha decidido que las risas y las sonrisas llenen su metraje, que empieza siendo animación sencilla pero enseguida pasa a ser imagen real, y para ello ha contado con el actor Zachary Levy, famoso gracias su genial papel en la divertida serie Chuck y con protagonismo absoluto en la saga de DC Shazam. Ya se sabe que le van y le encantan estos papeles en los que tiene que parecer adulto pero con una voz interior gritando “¡¡Soy un niño que no quiere crecer!!”, solo así se explica esa vitalidad inocente que desprende en pantalla y que aquí le ha venido de perlas para su personaje también inocente y, la vez, muy bienintencionado.
La trama recuerda mucho a la de la famosa novela Niebla de Unamuno en la que una criatura conoce a su creador y le pide que cambie su destino. Aquí la seriedad del escritor y filósofo desaparece dado que es un filme familiar, pero la idea es parecida: Harold quiere conocer a su creador porque éste, de repente, ha desaparecido, y el personaje necesita que el creador siga contando su historia.
En el fondo Saldanha, con guion de Michael Handelman y David Guion, lo que está poniendo en valor es el poder de la imaginación, pidiendo al espectador que no deje de imaginar, de crear con la mente y de perseguir sus sueños, sin duda algo loable. Por el camino deja secuencias llamativas como un vuelo en aeroplano muy original o una lucha mágica en un parque, con buenos efectos especiales y personajes metidos en sus papeles.
En esto último quizás están algo exagerados los protagonistas, sobre todo el ya mencionado Zachary Levy, pero dado que el público objetivo son los niños, éstos lo pasarán por alto sin problema. Los adultos se reirán, sobre todo, con el escritor frustrado pero sobrado de imaginación encarnado por Jemaine Clement.
Por ello Harold y el lápiz mágico es una estupenda apuesta familiar, desenfadada y divertida, perfecta para ir con los peques al cine. Ah, y quédense a los créditos, hay una genial escena que no deben perderse.
Miguel Soria