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Héroes en el infierno

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes y adultos

El pasado 2 de marzo, las salas de cine españolas recibían el convincente filme estadounidense Héroes en el infierno, dirigida por el americano de 43 años Joseph Kosinski (Oblivion), y que distribuye Sony.

La película, basada en hechos reales, narra la heroica historia de los conocidos Granite Mountain Hotshots, un grupo de bomberos locales de Arizona que se convirtieron en una de las brigadas de élite de la nación. El drama afronta con mesura los trágicos sucesos que coparon los medios de comunicación en 2013. Mientras la mayoría de la población se alejaba del peligro, ellos corrieron hacia él, arriesgando todo para salvar a un pueblo de un fuego incontrolado que pasaría a la historia.

Por una vez olvidémonos del prejuicio que conlleva una historia como Héroes en el infierno, por cierto buena traducción del título inglés, y dejemos también al margen la trayectoria cinematográfica, y vinculada a la ciencia-ficción, de Joseph Kosinski que, ciertamente, es floja. Hasta ahora.

En este contenido drama social, el director sabe muy bien qué hacer, qué decir y cómo moverse dentro de él. O dónde poner los puntos sobre las íes, cómo resolver el conflicto sin que la película se quede instalada en la línea del patrioterismo simplón… y eso dice mucho a su favor y de sus futuras posibilidades como narrador de cine.

Ciertamente la película encara la aventura a partir del esquema tradicional de planteamiento, nudo y desenlace, al mejor estilo de Clint Eastwood. Desde ese punto de vista resulta nítida. Además, los actos están equilibrados, así como su estructura, la credibilidad en los diálogos y las subtramas. Ello no quiere decir que el filme sea típico, habitual, estereotipado, de tiralíneas. No. Es mucho más.

De hecho, el guión hace hincapié en lo importante y va al grano, sin salidas de tono ni escenas de más. En primer lugar, se aproxima a la disciplina que destila la narración de sus héroes: desde el adiestramiento, las primeras misiones y finalmente la lucha contra el fuego. Y en entre medias de todo esto, la trama mezcla con claridad meridiana temas como la camaradería masculina, el valor de la familia por encima de todas las cosas, el conflicto entre el trabajo y la vida íntima o la redención mediante el trabajo y la disciplina, y sin olvidar el peligro que todo ello entraña.

En segundo lugar, Joseph Kosinski examina a todos sus personajes con tacto, y a pesar de que a no todos los actores se les presta la misma atención -naturalmente nuestra mirada se detiene inconscientemente en los rostros carismáticos de Josh Brolin, Jeff Bridges o la siempre resolutiva y eficaz Jennifer Connelly- todos cumplen suficientemente con los papeles propuestos y el apartado actoral queda perfectamente definido gracias, además, a una eficaz dirección de actores.

Por si todas las virtudes antedichas no fueran suficientes, el responsable de Tron Legacy ahonda con pasión en el trauma de la historia con delicadeza y respeto, el aspecto más difícil de conseguir, dado lo complejo que resulta acertar con el tono en una película de este relieve.

En cuanto a su puesta en escena, el filme está muy bien rodado, se aprecia sobre todo en aquellas donde realmente el fuego se convierte en otro protagonista más, al tiempo que es capaz de mostrar con nitidez el ambiente claustrofóbico o de pánico que invade a estos héroes.

Queda, pues, una emotiva historia redonda, sin final simplista o de acabado previsible, poderosa por la evolución de sus conflictos y límpida de clichés. Enhorabuena, Kosinski.

 

 

 

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