Crítica
Público recomendado: +18
Cuando leí el nombre de la película lo primero que hice fue fijarme bien: “Hit Man”, no “Hitman”, ya que el segundo podía ser otra adaptación del videojuego homónimo, cosa que me apetecía mucho ver como fan devoto de ese arte, pero no, es un producto totalmente distinto, tanto en la temática como en la forma. Es el regreso del gran director Richard Linklater, el mismo responsable de la maravillosa trilogía Before, compuesta por Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013), además de Boyhood (2014), un experimento cinematográfico muy interesante. Esta vez ha decidido rodar una comedia con tintes de cine negro y lo ha hecho con buen tino, además está inspirada muy libremente en hechos reales.
Gary Johnson (fantástico Glen Powell) es el asesino profesional más buscado de Nueva Orleans. Un misterioso pistolero a sueldo… que trabaja para la policía. Cuando rompe el protocolo para ayudar a una mujer desesperada (también estupenda Adria Arjona) que intenta huir de un marido maltratador, acaba convirtiéndose en uno de sus falsos personajes y coqueteará con transformarse en un verdadero criminal.
Linklater no es un director convencional, lo ha dejado bien claro en muchas ocasiones, le gustan los experimentos, las cosas nuevas, arriesgar y contar las historias de forma distinta, y suele acertar. Quizás Hit Man. Asesino por casualidad no sea su obra cumbre ni mucho menos, pero desde luego hay que reconocer que sabe manejar los ingredientes que tiene sobre todo cuando él mismo dirige, produce y co-escribe el guion, esto último en equipo con el mismísimo actor protagonista Glen Powell, quien tiene ya unas cuantas películas en su haber pero que ha sido desde la maravillosa Top Gun: Maverick cuando ha despegado.
Powell sabe jugar muy bien con esa doble vida de rutinario profesor que, en sus ratos libres, ayuda a la policía haciendo, por accidente, de supuesto sicario tipo duro y frío para detener a gente que quiere asesinar por encargo. Enrevesado, sin duda, pero muy bien llevado y divertido. Recuerda mucho a esos superhéroes con doble vida que, en lo personal, son tímidos y no llevan bien el contacto cercano, sin embargo es ponerse la máscara o la capa y pasan a ser extrovertidos y líderes de masas. ¿Que hay que improvisar y sacarse de la manga un relato convincente en apenas segundos? ¡Sin problema, cambiamos de personalidad y adelante! Y todo ello sin que resulte histriónico ni forzado, muy bien ese protagonista.
Sin embargo aquí no hay superhéroes, de hecho más bien lo contrario porque la moralidad es, casi durante todo el metraje, la gran ausente, pero sí hay mucha, muchísima comedia por fortuna sin chistes forzados, todo depende de unas situaciones que se van enrevesando hasta un clímax muy satisfactorio y que, además, ofrece (por fin) un mensaje muy positivo sobre la familia. Una pena que para llegar a él haya habido que pasar por mensajes no tan positivos sobre las rupturas familiares y el sexo sin compromiso, suponemos que es el peaje a pagar.
Linklater logra retener el interés sin necesidad de disparos ni efectos especiales, aunque le ha sobrado una muy fea blasfemia que, como siempre, es innecesaria. Por su temática, “moralidad” y algunas escenas de corte sexual (nunca brutalmente explícitas pero sí detalladas) es un buen entretenimiento restringido a mayores de edad.
Miguel Soria