Crítica
Público recomendado: +14
En la música pop, los años 70 fueron el reinado de las estrellas en solitario. En la década previa, grupos como los Beatles, Rolling, Beach Boys… habían marcado la tendencia. Era la época del sueño comunal de una juventud que iba a cambiar el mundo, aunque no sabían ni de dónde ni hacia dónde. John Lennon daría cuenta de la muerte de aquel espíritu, en 1970, con aquel desencantado verso “The dream is over”, de su desencantada canción God. Mucho cambió en los 70, y lo de menos fue que las estrellas fueran solitarias en vez de constelaciones.
Una de estas grandes divas fue Helen Reddy (Tilda Corbham-Herbey), la compositora y cantante del tema que da título a la película I am woman. Una joven australiana que llega a los USA a mediados de los 60, con su hija de 4 años, y la esperanza de conseguir un contrato discográfico, tras unos prometedores inicios en su Australia natal. Pero la industria no está para abrir las puertas al primer llegado, y menos aún, si es una primera llegada; en el mundo de las grandes discográficas, el talento está subordinado al negocio y nadie se arriesga por una mera joven promesa. A Helen y a su hija les toca vivir de modo espartano, a la búsqueda de una gran oportunidad. En estos momentos de oscuridad, Lilian Roxan, periodista musical y autora de una enciclopedia del rock es la tabla de salvación de Helen. Gracias a Lilian, Helen conocerá a Jeff, un joven e importante mánager que será su marido y el catalizador de su carrera.
La película se centra en los años centrales de la vida de Helen, desde su llegada a los USA hasta el comienzo del eclipse de su estrella. Pero no se trata solo del tipo de biopic que relata el ascenso al olimpo de los dioses del pop; la vida de Helen es también la vida de la lucha por la igualdad de las mujeres. Lucha que se encuentra incluso en el seno de su matrimonio. Jeff es artífice de la construcción del estrellato de Helen Reddy, pero el camino no será fácil y el matrimonio estará siempre en peligro.
Helen Reddy, números 1 en las listas de Billboard, programa de televisión propia, discos de oro, premios Grammy… es de las pocas entertainers que -sin renunciar a su visión- logran enganchar con el sentir de toda una época: el de la reivindicación femenina de la igualdad. Su canción I am woman, logró convertirse en el himno de miles de mujeres en sus manifestaciones por la igualdad. En Helen conviven las dos vertientes, la de cantante y la de activista sin que esta última anule ni oscurezca su verdadera vocación de intérprete.
Las coordenadas del feminismo de Helen Reddy son las de la igualdad, un feminismo muy blanco, con pocas aristas, con el que es fácilmente estar de acuerdo. Solo de refilón aparecen algunas referencias a las cuestiones más espinosas, que han sido acertadamente dejadas de lado para contarnos la verdadera historia de Helen, luchadora por la igualdad real entre hombres y mujeres, y que ha vivido las dificultades reales en su propio matrimonio y en su propia carrera.
Chesterton ya se dio cuenta, a principios del siglo XX que el problema del feminismo es que, a la postre, no tiene un objetivo, porque se mueve por oposición. Solo se puede decapitar una vez al rey, pero puedes quitarle el sombrero cien veces; ese era el problema. Por eso, el problema del feminismo de la igualdad no era la igualdad, era el feminismo, que hoy ha mutado y sus coordenadas son la negación de la diferencia sexual que se considera un constructo social. El feminismo ha sido rebasado por la derecha por la ideología de género, quizá la ideología que más está haciendo por la descivilización.
I am woman no llega hasta aquí. A donde llega I am woman podemos llegar todos. Y por eso nos ha gustado.