Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Inferno

Caratula de "Inferno" (2016) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: Jóvenes y adultos

Recientemente vimos un fantástico documental de los Beatles firmado por Ron Howard, cuya carrera detrás de la cámara ha estado jalonada por diversos éxitos que culminó con el Oscar a Una mente maravillosa.

Ahora nos presenta Inferno, con la vuelta del profesor Robert Langdon (Tom Hanks: La hoguera de las vanidades, Forrest Gump, Salvar al soldado Ryan…) como investigador de misterios que ya participó en El código Da Vinci y Ángeles y demonios, con la que nos ocupa, las tres del polémico escritor Dan Brown, beligerante con la Iglesia católica en sus libros y, en consecuencia, en las películas adaptadas, aunque no en esta última.

En Inferno no ocurre eso. Eso sí, utiliza el elemento apocalíptico para equiparar el infierno evangélico con la amenaza de bomba microbial, que acabará con la mitad de la población en pocos días, cuando el predicado por Jesucristo es un espacio donde terminan las personas que, conscientemente y en ejercicio de su libertad, han renegado de Dios en sus vidas. Por el contrario, irán al Cielo hasta los que hayan/hayamos cometido las mayores tropelías aquí si se arrepienten/arrepentimos, porque Dios es misericordioso, como enseñó el Maestro y sigue recordando la Iglesia católica, no en vano estamos en el Año de la Misericordia.

El filme de Howard se aleja de estas consideraciones y responsabiliza de la hecatombe programada al científico transhumanista Bertrand Zobrist (Ben Foster), dispuesto a aligerar un mundo superpoblado de humanos para que este no se vaya al traste. Enfrente tendrá a Robert Langdon para abortar sus tropelías, prácticamente solo ante la misión y cercado por los esbirros del científico, pues Zobrist no se enfrenta directamente con el docente de Harvard experto en simbología.
La ausencia del antagonista principal (que aparece en imágenes retrospectivas) lastra el filme, pues impide el duelo necesario con el protagonista que debe plantear toda historia cinematográfica para que enganche al espectador. Tanto el director estadounidense como el guionista David Koepp, no lo han tenido en cuenta.

Por otro lado, los “malos” de Inferno son variados e intercambiables, ya que hay diversas tramas, y no acaban de estar a la altura de la premisa dicha en el párrafo anterior, fuera de distintos momentos de acción en los que intentan acabar con el profesor metido a aventurero.

Tampoco la trama amorosa cuenta con el recorrido necesario. Le faltan minutos. Así el reencuentro en Florencia (ciudad italiana donde se desarrolla la acción) entre Langdon y Elizabeth se ventila con diálogos cortos, pues la “compañera” del profesor para desbaratar los planes de Zobrist y salvar a la población será Sienna Brooks (Felicity Jones), una doctora que atiende a Langdon cuando este padece amnesia temporal tras huir de un secuestro de los matones del científico loco.
Como en las anteriores actuaciones de Langdom, observamos su competencia para argumentar y desvelar las pesquisas tendentes a impedir la matanza microbiótica, desvelando jeroglíficos y textos antiguos, pistas que llevarán a encontrar el artefacto maligno.

A pesar de la fascinación real que suscitan estas averiguaciones al espectador de cine de nuestros días, de la alusiones al Infierno de Dante de su Divina comedia, de la hipnótica que desprenden Florencia y las secuencias en Venecia y del talento y carisma de Tom Hanks, siempre convincente, Inferno se va apagando lentamente sin apenas “calor” hasta completar los algo más de 120 minutos de su metraje.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad