Crítica:

Público recomendado: mayores de 13 años

Billy el Niño recuerda una de sus aventuras más conocidas, aquélla en la que el Gobierno le ofreció declarar contra unos bandidos a cambio de su amnistía.

Versión libre del mito de Billy el Niño y Pat Garret con una caterva de jóvenes estrellas míticas del cine de los 80. Protagonizada por una serie de estrellas de cine de la década de lo 80 es menos original que se predecesora, realizada dos años antes con notable éxito, pero es ciertamente entretenida y muestra a un Emilio Estévez en algunas escenas de cierto valor interpretativo.

VISIÓN DEL HOMBRE Y TRATAMIENTO DEL HECHO RELIGIOSO

El western crepuscular -es decir, el realizado a partir de la década de los 70- desmitifica completamente la conquista del Oeste y pone sobre la mesa los sinsabores de un mundo corrompido, sin justicia y donde imperaba la ley del gatillo. Sin ser Intrépidos Forajidos una película que reflexione sobre ello, es, desde luego, poco complaciente con el mito de Billy el Niño al que muestra como un hombre no sin moral y desaprensivo -como venía haciendo el western más maniqueo y convencional- sino como un joven que no tiene otro modo de sobrevivir, que no conoce el bien y para el que la muerte y el crimen son connaturales.

Es interesante el personaje del joven de 14 años que decide unirse a la banda atraído por el mito de ser un pistolero y cómo lo que halla es hambre, soledad y muerte.