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Jurassic World

Caratula de "Jurassic World" (2015) - Pantalla 90

Crítica:

Público: Jóvenes-imágenes

Por fin. Ya era hora de que la saga Jurassic Park se retomara con la seriedad mínima que merece. Jurassic World consigue seguir la estela de Parque Jurásico y de El mundo perdido y se aleja de la tercera parte que no mantenía el nivel. Jurassic World logra conquistar a crítica y público manteniendo un nivel técnico muy digno y creando un producto de entretenimiento hijo de esta época; lleno de efectos especiales, acciones espectaculares llenas de sangre y situaciones cómico-míticas que gustan y atrapan. Reconquistará, pues, al fan olvidado y captará nuevos seguidores para una saga, que si se cuida, tendrá un largo recorrido.

Después de lo ocurrido en Jurassic Park, hace más de veinte años, la isla Nublar ha sido convertida en un gran parque temático, Jurassic World, con atracciones “domesticadas” de dinosaurios y un aire Disneyworld pero a lo salvaje. Con intención de mantener vivo el parque deciden crear un nuevo dinosaurio, ya no generado a través de su sangre, sino modificando a placer una cadena de ADN nueva para lograr un atracción más espectacular y aumentar los ingresos del parque. Cuando todo parece ir a la perfección este nuevo dinosaurio con una inteligencia inusual comienza a causar estragos entre los habitantes del parque.

Producida por Steven Spielberg y dirigida por el casi desconocido Colin Trevorrow (Seguridad no garantizada,2011), convierten esta nueva entrega, en un producto, que a pesar de tener secuencias con una violencia explícita importante, resulta ser una apología de la familia que sorprende y se agradece al mismo tiempo. Quizás Spielberg no pilote el avión de Jurassic World pero su sombra alcanza a lo más interesante de la película: unos niños protagonistas marcados por un trauma familiar, una crítica a la manipulación genética y a los intereses belicistas de grandes compañías y el deseo de hogar que está inscrito en la naturaleza humana.

Vivimos en un mundo cada vez más individualista donde la tecnología nos va alejando cada vez más del otro con la inteligente mentira de acercarnos a él con redes sociales o contactos virtuales. Pocos son los adolescentes (y adultos) que no viven pegados a un móvil y aislados del mundo con unos auriculares y se pierden la grandeza de ser hermanos, hijos o padres. De alguna forma, el tiempo familiar se ha convertido en una especie de tiempo a rehuir; los adultos dicen que hacen lo que pueden si no se terminan separando, los hijos prefieren aislarse que disfrutar de un encuentro familiar, e incluso familiares secundarios (tíos, primos…) se terminan tratando más como conocidos que como una familia. Pues bien, toda esta problemática queda reflejada de forma sutil y cuidada en los personajes de este Jurassic World que logra desde una isla llena de dinosaurios, lanzarnos una reflexión sobre cómo la familia responde a una necesidad honda: la de sobrevivir, pero no solo ante un ataque de dinosaurios (expresión de cualquier crisis: personal, internacional, laboral,..) sino también ante la solitaria y engañosa crisis de uno mismo consigo mismo; interesante en esta línea el arco de transformación del personaje de Claire, interpretado por la bella Bryce Dallas Howard. La familia, pues, como lugar donde uno se encuentra y, si se me permite la expresión, evoluciona hacia lo que está llamado a ser, digan los genes lo que digan…

Por otro lado, la temática habitual de la saga se mantiene: ingeniería genética que cuestiona a Dios creador, la concepción de pequeñez de lo humano a la luz de la época de los dinosaurios o la relación entre felicidad y control; concretado en el desarrollo del progreso científico frente a temas como el que comentábamos de la familia. Vale la pena destacar también la fabulosa dirección de fotografía de John Schwartzman, que junto a una excelente banda sonora de Michael Giacchino (digno sucesor del maestro Williams) conforman un producto notable de verano que logrará revitalizar una saga algo olvidada.

La Saga de Parque Jurásico junto a películas como King Kong y otras, son expresión del grito instintivo más comercial. Pero dicha instintividad está llamada a ser herida por la belleza; en King Kong por la belleza del encuentro con una mujer y en Jurassic World, por primera vez dentro de la saga, por la belleza de un encuentro, entre dinosaurio y humano, en donde el respeto y la lealtad son pilares básicos. Muy interesante cómo los velociraptores son más inteligentes porque saben crecer en comunidad. Mientras que el nuevo dinosaurio no.

Como diría Yoda a cualquier Jedi de Star Wars, hay algo más poderoso que el atractivo lado oscuro de la instintividad: la belleza de una relación verdadera. La falsa trampa de la posibilidad de controlar la realidad, o la creación genética de unos dinosaurios, se derrumba ante una mirada firme y tierna sobre nosotros. Aunque, desgraciadamente, muchas veces no nos descubrimos anhelando dicha mirada hasta que la tragedia nos ronda o hasta que un dinosaurio nos ataca…

Gracias a Collin Trevorrow y a todo su equipo, por dejar que esta saga quede ligeramente herida por la belleza…

 

 

 

 

 

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